Carlos Alberto Agudelo Arcila
FRAGMENTOS DE UNA poética existencial. Mundos absurdos allanan mi cerebro, los vivo y soy un todo con ellos, me disgrego al grado de convertir la palabra en aparente lenguaje surrealista, sin perder la visión donde la realidad armoniza con lo onírico…
NADIE SABE MÁS de mi nombre que tú, Margarita. Nombre de sangre y huesos, con sabor a mis entrañas en tus entrañas. Nombre de médula y parpadeo, de fiesta en nuestras salivas y en el gesticular del devenir.
Paso a paso sombras reclaman para sí el verbo eres de mi nombre hasta el oscilar de tu nombre. Ir por las vertientes del lunes con el nombre a cuestas para decir sobre el madero de la tarde Te amo como oración perenne. Nadie sabe más de mi nombre que yo a través de tu nombre en besos y luminiscencia.
EN LA LOMA de los fantasmas se escuchan susurros. Algo macabro acecha. De un momento a otro todo queda en silencio. Pasan los instantes. Se acercan pasos inciertos. Son ellos… llegan de la loma fantasmal… un maullido recién nacido despierta a los habitantes de la ciudad…
LOS AÑOS SE detienen en nuestro cuerpo hasta volverse zanjas. Rostros de zanjas… Zanjas de rostros. Me observo en el espejo, una carcajada irónica vuela en el abismo de mi piel. Los años… risas de miel y espesura adyacentes a fisonomías en el silencio de cada arruga…
SILENCIO DEL BOSQUE –no de alguien en el bosque- Silencio no demagógico. Silencio para pasarlo con uva llena. Luna en el bosque. Bosque de resplandores. Silencio en aguasola. A la vera del helecho alguien comenta: Se aleja del verde la arboleda…
DÍA DE SILUETAS sin vida. Las horas se agrietan. Escombros de sombras se advierten en cada calle del pueblo solitario. Crujen bisagras en la puerta de entrada del ocaso.
TARDE IGUAL DE hermosa al amanecer cuando de niño abrí un libro donde se narraba la historia de Francisco de Asís o cuando observé cómo se expandía el rocío sobre el crepitar de la selva. Tarde hermosa como el hechizo de luna en sombras del espejo abierto al cielo de los gatos en un poema por escribirse. Amanecer igual de hermoso a la tarde de los grillos por nacer…
RECUERDO EL VUELO perdido en el laberinto del agua. Era un pájaro del tamaño del río cuando llega al océano, su plumaje resumía un color imposible de nombrar. Momentos después el vuelo encontró refugio en mi mirada la cual le ayudó a liberarse hasta verle ser un vacío único en el horizonte.
HOY TENGO DERECHO a guardar silencio sobre la cueva donde el mamut busca encontrarse en la pintura rupestre, sobre la evaporación de la humedad bajo las estrellas. Tengo derecho a decir sí al espejismo de la fruta por nacer y a enlazar camellos cuando pasan por el ojo de la aguja y a escribir con agua del estanque la trasparencia del lenguaje surrealista y a partir tajadas de sombras al pan nuestro de cada día y a decir no al eco diluido en aguapanela de la humanidad hambrienta y llevar a pastar hormigas junto a los zapatos arrojados en el basurero y…
ACUDIR AL VENTANAL del viento y desde allí divisar uvas, girasoles, sueños de la mujer durmiente, la piedra filosofal capaz de convertir el oro en plomo y envejecer a la bella juventud. Desde el ventanal del viento pronunciar el vocablo capaz de copular liebres y refrescar el zaguán por el cual cruza el hombre invisible. Con la palabra malla cercar el destino de la paloma mensajera de augurios inciertos…