Iván Restrepo R.
Desde la percepción tanto de turistas como de residentes en el Departamento del Quindío, son dos las zonas que caracterizan el destino: La cordillera, con sus municipios Calarcá, Salento, Córdoba, Pijao, Buenavista, Génova, Caicedonia y Sevilla, (estos dos últimos del Norte del Valle del Cauca, pero con un acentuado arraigo hacia todo lo que huela al café del Quindío), y la otra zona, que es donde tiene asentamiento todo el resto de la Hoya del Quindío, y que es donde se ha concentrado el grueso de la oferta turística, comprendida por Armenia y el resto de los municipios.
El viernes pasado realicé un recorrido por distintos municipios de la cordillera en compañía de Marco Horacio García, persona altamente compenetrada con el turismo de naturaleza y amante de todo lo que huele a verde, de los trinos de las múltiples aves que habitan entre nosotros, además, un estudioso e investigador de los murales y el arte callejero de nuestros pueblos.
Nuestra primera parada se dio en Calarcá en “El Café de Carlos” para degustar un delicioso desayuno escogido de la amplia oferta que ofrece este magnifico sitio; los invito a que vayan y procuren salirse de la rutina de los huevos pericos, revueltos o fritos y mejor déjense sorprender por una variedad de omelettes y otras preparaciones como para chuparse los dedos. Sobre Calarcá les prometo que será tema de mi próxima columna, así tendré una visión mas amplia, ya que al momento de escribir esta columna es domingo, el llamado “día sándwich” por ser este el día encerrado entre el sábado y lunes festivo. A propósito de este puente de final de junio, históricamente para Colombia, siempre ha sido el de más alta demanda por los paseantes por muchas razones, entre ellas destaca la de que todos los chicos de colegio, calendarios A y B, están de asueto dando pie a salidas masivas por toda esta geografía de Colombia; fiestas, ferias, carnavales los hay por doquier y de todo tipo. A propósito, qué grato es ver y escuchar a nuestro Calarcá en la baraja de estas opciones, cosa que no ocurría años ha.
Pijao, como siempre, nos recibió con ese tranquilo ambiente de pueblo cordillerano, con su envidiable clima primaveral, que nos permitió visitar “In Situ” la plaza de comidas (no abierta al público todavía). De verdad sería bueno seguir adelante con lo que hace falta: dotación, decoración, y un entrenamiento adecuado, dirigido a un público objetivo que, sin ser muy exigente, si va a demandar una esmerada atención, aseo y una oferta gastronómica en donde se destaque por encima de toda la comida regional a base de productos “cero kilómetros”.
Quiero destacar la quijotesca labor que está llevando a cabo Eduard, uno de los propietarios del otrora Teatro Román, que cual ave fénix podría decirse que lo está volviendo a la vida desde sus cenizas. Eduard y su equipo de restauración nos dieron un tour de las obras en donde todavía es posible apreciar mobiliario años 30´s, sonido y todo el equipo de un teatro al mejor estilo de lo que se puede apreciar en la película “Cinema Paradiso”. Solo me queda felicitar a Eduard y que ojalá cristalice su sueño de ver esta sala de cine de casi 100 años en su maravilloso esplendor.
Como siempre, Mónica Flórez la gestora de “Citta Slow”, nos recibió con esa amabilidad de siempre y nos puso al día de este proyecto que definitivamente es el que puede enrutar a Pijao por la senda de un turismo sostenible de alta calidad. Qué bueno fuera que los habitantes de mi amado Pijao entiendan que este es un modelo ÚNICO como no lo hay en otros destinos de Colombia y Latino América. No puedo dejar de mencionar a otro personaje de Pijao, quien, siempre que visito el pueblo, me brinda ese “café con converso” que me permite ponerme al día de todos los acontecimientos del pueblo.
Hasta la semana entrante.