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NOTAS DESENTONADAS A LA PARRILLA

12 junio 2020 11:07 pm
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Segunda parte – Triste domingo: una canción de amor y muerte

Libaniel Marulanda

Triste domingo, ya lo anotamos en la primera parte, tiene tal cantidad de versiones que resulta difícil casarse con una en especial. Claro que para los coleccionistas, en general, la primera versión o la más difundida por radio suele estar revestida del carácter de la mejor y punto. Me aventuro a pensar que esa posición férrea sobre el ranking de las versiones de parte de los coleccionistas está sobrealimentada por la mirada conservadora, propia de esta actividad.

En Español son pocas las versiones; a mi juicio, la interpretación de Mercedes Simone con la letra de Francisco Gorrindo es la mejor, aunque el registro histórico del “Suicidario quindiano” le otorga una clara preferencia a la versión de Agustín Magaldi, con la letra –hasta donde pude averiguar- que parece ser del mismo Francisco Gorrindo, solo que con adaptación de género.

Antes de ocuparnos del influjo perverso de Triste domingo en Armenia, es necesario pescar en el río de su prontuario algunos datos y sucesos de indudable peso en lo que habría de ser esta composición en la historia universal del suicidio.

La canción, inspiró a Nick Barkow para escribir la novela “Canción del triste domingo”. Este libro, a su vez, le aportó el sustento vital a la película húngaro-alemana, “Domingo sombrío, una canción de amor y muerte” (Ein Lied von Liebe und Tod- Gloomy Sunday-)

Jamás pretenderé medírmele a la camisa de once varas de la crítica de cine; así que con el puño desarmado de simple espectador, diré que esta película, dirigida por Ralph Schübel y realizada en 1999 es un amor a primera vista y puede verse con el siguiente vínculo: https://youtu.be/_TM2O8vT5bQ

Los actores principales de este bien logrado film, son: Erika Marazsan, Joaquim Krol, Ben Becker y Stefano Dionisi.

Contando con la ayuda del gran investigador y tangólogo, Orlando Ramírez-Casas (Orcasas) me permito transcribir su acertada visión sobre esta película. Dice así el maestro Orcasas: (Texto tomado de la página El postigo de Orcasas, en Internet)

“De los aportes de varios amigos, complementados con lo que se encuentra en Internet, resumo esta sinopsis de la película.”

“Domingo sombrío, una canción de amor y muerte” (Gloomy sunday), es un film ambientado en las décadas de 1930 y 1940, contado en dos planos temporales. Comienza en el pasado con László Szabó, un judío dueño de un importante restaurante de Budapest que da trabajo como camarera a la bella joven Ilona Várnai, surgiendo el amor entre ambos; pero, a poco, arriba también al restaurante András Aradi, joven pianista que, por supuesto, se enamora perdidamente de la joven y ésta, muy práctica, decide repartir sus favores entre ambos, cosa que el dueño filosóficamente acepta; pero no así el pianista que escribe entonces la bella canción, Gloomy Sunday. A todas estas, a la bella camarera la ronda también Hans Eberhard Wieck, un militar alemán de las SS que está recogiendo judíos húngaros para los campos de concentración nazis, y la joven accede a tener una noche de amor con el generalote a cambio de respetar la vida de su marido. Pero el general la traiciona e incumple lo pactado y, en una dramática escena, la joven ve como su marido es llevado al camión de prisioneros rumbo a la antesala de las cámaras de gas. Pasan unos años, y la ya no tan joven pero siempre bella mujer, ve con asombro que acompañado de su mujer y sus hijos entra en el restaurante el antiguo general alemán para celebrar su 80º aniversario, convertido ahora en un importante hombre de negocios. Una fotografía en la pared de la antigua camarera y ahora dueña del restaurante le revive los recuerdos, pues esa fotografía se la hizo tomar él la última vez que comió allí. Entramos ahora en el segundo plano temporal de la película, el futuro, en el cual se rememoran en flash backs sucesos del pasado. El exgeneral Wieck pide que le preparen un famoso plato que siempre degustaba en dicho lugar, y que le toquen la canción que allí se oía. La ahora dueña del restaurante, sin perder la compostura, prepara ella misma el plato solicitado, del cual el antiguo verdugo solo alcanza a disfrutar dos bocados antes de desplomarse muerto sobre la carne envenenada”.

Triste domingo, hace más de medio siglo que transpuso el carácter simple de exitosa canción y 87 años después continúa siendo un material de hondas reflexiones tanáticas. La última incursión cinematográfica, hasta donde sabemos, es la película anglo- española titulada “La caja de Kovaks” (“The Kovak x) dirigida por Daniel Monzón, inscrita en el género de la ciencia-ficción y suspenso. Fue hecha en 2006 y escrita por Monzón, su director y Jorge Guerricaecheverría.

La historia gira en torno a una ola de suicidios rodeados de misterio y sin causas, que resultan siendo inducidos por alguien, y luego de que su protagonista, un escritor de ciencia ficción, ha sido invitado a una isla para brindar una conferencia sobre ese género. Los suicidios tienen el gran telón de fondo de la melodía fatal. La cinta no ha despertado una benévola expectativa, y sin ser crítico -ya lo dije- considero que es truculenta y aunque tiene vigor al comienzo, luego su calidad se va despeñadero abajo como un jeep Willys sin frenos. Aquí la ficha técnica:

Año: 2006
Duración: 113 minutos.
País: España
Director: Daniel Monzón
Reparto: Timothy Hutton, Lucía Jiménez, David Kelly, Gary Piquer, Georgia Mackenzie, Iván Morales, Annette Badland, Helena Carrión, Fede Celada
Productora: Coproducción España-GB; Fantastic Factory
Género: Intriga, Thriller
Formato: AVI
Calidad: TVRip
Tamaño: 712 GB
Contraseña (RAR Password): peliculasencastellano.com

 

Es posible verla, aunque en ese español almidonado y poco grato al oído latino, pero gratis y en el siguiente vínculo:

https://youtu.be/eTlgJrAy3L8

Ahora bien, la importancia histórica de Triste domingo dentro de la historia no oficial de Armenia, tiene un peso similar al de todo el plomo auto infligido por los anónimos miembros que conformaban la cofradía suicida de muchachos, muchos de ellos menores de edad, a partir de la década de los años treinta.

Pero, cotejemos: la fecha de la creación de la primera versión de Triste domingo, ocurrió en el año de 1933, y luego de reescrita su letra fuera grabada en Budapest en 1935.Llegó a Argentina y a Estados Unidos un año más tarde, en 1936, cuando fue grabada por Mercedes Simone y Agustín Magaldi en sendas versiones.

Visto lo anterior, deducimos que su adopción como himno del Club de suicidas de Armenia se produjo por lo menos tres años luego de 1932-33, que es la fecha probable de la fundación del mismo. La llegada un tanto tardía de la canción maldita al club, hizo que la melodía de mayor recurrencia, entonces, fuera el tango “Cicatrices”, del cual nos ocuparemos después.

He tenido la suerte de conocer dos personas, una de ellas fallecida hace cuatro años, que conocieron de la existencia de esa organización tanática. El valor testimonial de los relatos cobra importancia, dada su edad extrema. Veamos:

El primero de los testigos fue una histórica figura del comercio cafetero de la región: don Saúl Parra Robledo, nacido en 1918 y residente en Armenia, quien murió en abril de 2014, a los 96 años y escribió varios libros de género misceláneo. Autodidacto de formación cultural pero con la enorme ventaja que le otorgó el hecho de ser tan culto como bohemio. En su libro “Armenia en sus primeros años” (Ediciones Gota de agua, Armenia, 2006), dejó consignados sus invaluables recuerdos. Como mi vida estuvo bastante ligada a la suya y fue mi tutor literario en la niñez, siempre me contó que el club existió en un lugar sobre la carrera 18 con calle 27, desde 1932, es decir, próximo a la estación del ferrocarril de Armenia.

Nótese que la ubicación señalada, tanto por él como por el otro referente, dista bastante del sitio señalado en diversos escritos como “La puerta del sol”, que existió en la carrera 20 con calle 14, el sector de almacenes de repuestos y conocido también como El Bronx por la peligrosa actividad de microtráfico, drogadictos y caos social.

Nunca me mencionó don Saúl nombre alguno del bar donde se reunían los aspirantes al silencio eterno. El sitio era de mediana elegancia. Sí refería y recordaba a la propietaria como una mujer bonita aunque medio bizca a quien apodaban “Luisa la tuerta”.

En la tercera parte de estas crónicas de canciones suicidas, continuaremos con los recuerdos de don Saúl Parra Robledo, así como los de un fabuloso personaje que desfiló hace tres semanas por las páginas de El Quindiano: don Amadeus Sánchez, quien vive la cuarentena con alegría en Cartago, a punto de cumplir sus primeros ciento cinco años.

Calarcá, junio 16 de 2020

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