Jota Domínguez Giraldo
La entrada: “Si quieres regalar algo en Navidad, regala paz y buenos deseos a todos los que te rodean. Que tengas una linda víspera de Navidad y el Niño Jesús oiga todos tus deseos. ¡Felices fiestas!”.
1.- Un ministro con oficio.
Decía Simón Bolívar, padre de la patria, que “la primera de todas las fuerzas es la opinión pública”. Frase estupenda para lo que viene.
empresa dedicada a hacer encuestas para consultar la opinión popular, publicó esta semana anterior la lista de los ministros colombianos con mejor y peor imagen del gobierno del señor Presidente Duque. No debió haber sorprendido al país político que Fernando Ruiz Gómez, el ministro de Salud del actual gobierno haya sido el mejor calificado y con mejor imagen y opinión pública.
Es el ministro Ruiz una persona preparada para hacer su oficio y por lo tanto, podía ser llamado a trabajar en la función pública, contrario a lo que sucede con muchos funcionarios públicos, que sin oficio y buenos para nada, son llamados a ocupar ministerios y quedan descubiertas su enorme ineptitud y su incapacidad para conectarse con todas las causas sociales. Buenos para politiquiar y para dar abracitos nada más.
Este ministro, como todos los otros 17 ministros colombianos, no tenía ni tenían idea de la pandemia que venía. Ninguno. Pero los funcionarios públicos deben estar preparados para los cargos que se les encarga y para lo que venga. Lo contrario a esto, son funcionarios impreparados e incapaces.
El Ministro Ruiz, de Salud y Protección Social es médico; máster en Economía y en salud pública; doctor en Salud Pública y viceministro de Salud Pública 2013- 2016. Antes de ser ministro fue director científico del proyecto del Centro de Tratamiento e Investigación sobre Cáncer; fue consultor del sector salud para el Banco Mundial, dirigió el proyecto y la puesta en marcha del primer Centro Integral para la atención del Cáncer en Latinoamérica y, además, fue director del Centro de Proyectos para el Desarrollo (CENDEX) de la Pontificia Universidad Javeriana. Fue director regional de Salud en Bogotá y cofundador y primer Presidente de la Asociación Colombiana de Economía de la Salud (Acoes).
Ha dirigido proyectos del área de la salud para el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Organización Panamericana en diferentes temas del área de la salud y ha hecho parte del Comité Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud y docente destacado de universidades colombianas.
No es pues el ministro de salud actual de Colombia un tonto, no es político y por lo visto, es todo un profesional de la salud.
He sido sorprendido por boletines de prensa de gobernadores y alcaldes de Colombia manifestando el cumplimiento de metas de sus planes de gobierno en el año 2020 y realmente no sé cómo lo hacen o cómo lo han hecho, cuando la pandemia no dejó ni le permitió a nadie hacer sus proyectos, ni siquiera a los más ricos, aunque se hayan enriquecido más. Hay toda una trama de mentiras y deseos de engañar a la realidad.
Los únicos que podrían celebrar dichos resultados son el presidente y los encargados de la seguridad, manifestando que disminuyeron los atracos, los homicidios, el robo de vehículos y el robo a residencias y las riñas. Les creemos. Sería imposible que no hubiese disminuido la inseguridad, en un país que estuvo cerrado, apagado, sin gente en las calles, con calles sin gente, restaurantes y bares cerrados, fábricas cerradas y empleados sin empleo; gobernado a punta de boletines de prensa médicos y del presidente y de los ministros y de los gobernadores y de los alcaldes y con la única excusa válida de salir a los supermercados y tiendas a comprar exactamente lo que nos encargaron y poniendo de primero en la lista de encargos el alcohol, el jabón, el ambientador y el gel.
No haber podido trabajar en las oficinas, no haber podido utilizar los carros, no haber hecho más tumultos en las calles y supermercados y en los teatros y en los restaurantes y en los centros comerciales nos dio el tiempo necesario y exacto para concentrarnos en lo que sucedía en el país.
Ese tiempo individual nos mostró con un foco iluminador que al país le faltan muchos buenos gobernantes y otras autoridades; es un país sumido en un caos, sin respuestas gubernamentales e institucionales para todo eso que nos pasó, aun en medio del encierro.
Nadie de las autoridades encargadas de decirnos lo que debíamos hacer, supo que decir y qué hacer con la gente en las casas, encerrados y sin proyectos afuera.
Lentamente, sin pantalla y sin programas de televisión, solamente con el oficio y preparado para esa clase de trabajos, el ministro Ruiz de Salud dio la cara y demostró su capacidad y se encargó del asunto como tenía que ser.
Y como estamos en navidad, época en la que se puede alimentar nuevos sueños y hacer peticiones especiales, deseo fervientemente que no nos vuelva a tocar gobiernos y administradores tan incapaces para superar y resolver y entender los problemas del país y de las personas.
Y como en este país llevamos desde marzo hablando intensamente del coronavirus o covid 19, es una magnífica oportunidad para felicitar el resultado del trabajo del señor ministro Ruiz Gómez y para pedirle a los colombianos que hagamos lo que ahora todo el mundo evita; “hacer viral un agradecimiento especial a un buen funcionario público, el ministro de Salud Fernando Ruiz Gómez”.
Ahh, y el peor calificado por la encuesta fue el ministro de Hacienda (con un 69% de imagen negativa), quien siempre quiere postular nuevas reformas tributarias que eleven el IVA a todos los productos y con ello meterle la mano al bolsillo de los colombianos, de la misma manera que lo hicieron los Moreno Rojas y los Nule.
2.- Ridículo.
Un toque de queda para el Quindío de 12 de la noche a 4 o 5 de la mañana, para evitar contagios de covid 19, pensado y orientado por el señor gobernador según los boletines de prensa, es el mayor ridículo que se haya visto. A esa hora, todo el mundo está dormido.
Sin embargo será calificado como una extraordinaria gestión. Apuesten.
Aporte de los lectores: Título: “Gratitud”.
Este ha sido un gran año.
En el año de la muerte, estoy vivo.
En el año de la enfermedad, estoy sano.
En el año de la escasez, he sido bendecido con pan en mi mesa.
En el año de la caída, estoy de pie.
En el año del temor, estoy confiado.
En el año de los desastres, estoy seguro.
Este ha sido un gran año.
Tengo un gran Dios.
“Cuando todo el mundo parece ir a la deriva, nuestra barca sigue aún su camino y no se ha hundido, y no ha sido por nuestras fuerzas, sino por la gracia de Dios. Con él, saldremos adelante”.