Jota Domínguez Giraldo
La entrada: “La felicidad no es el objetivo, es el camino”.
Recordando a Antonio Machado, un poema suyo me seduce esta nota para escribir sobre la actividad desarrollada por uno de los pocos funcionarios públicos que sobresale en Colombia primeramente por su trabajo, segundo por su capacidad de aprendizaje y conocimientos y tercero por su facilidad para transmitir el ánimo que tanto necesita esta nación, entendiendo por nación a quienes somos sus nacionales sin importar el lugar del mundo donde habitamos.
Machado en “Caminante, no hay camino”, dice que “Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.
Este prolegómeno es para calificar de entrada, sin vueltas y sin una autopista de falsos positivos, el trabajo desarrollado por Juan Esteban Gil Chavarría, director nacional de Invías, quien parece ser el único colombiano al que no le preocupa el covid, pues visita constantemente las regiones donde quiera que haya un trabajo adelantado u ordenado por su entidad.
En el caso de la obra más grande de Latinoamérica, el túnel de La Línea, en conferencia originada el viernes pasado (feb.26) desde la Cámara de Comercio de Armenia, dio detalles de cada puente, cada túnel, cada curva, cada estadero, cada kilómetro, cada árbol y además mencionó todo el carreteable desde Girardot hasta Buenaventura, en un conocimiento perfecto de todos los sectores donde Invías intervino o un trabajador de su entidad intervendrá.
Igualmente, con ayudas explicativas para quienes asistimos por redes de comunicación, habló de las vías férreas útiles e inútiles, también de las próximas autopistas, de los caminos nacionales, departamentales y rurales y a uno le parece que hizo la primaria, el bachillerato y la universidad en Invías. El doctorado está claro que lo ha hecho en cada paso y kilómetro que recorre por las vías de este país.
Hago un alto en mi camino para decir que el señor Gil, que de “gil” según el diccionario, no tiene más que el apellido, no es amigo personal. Él y ninguna otra persona necesita serlo para reconocerle sus méritos y capacidad de trabajo, al contrario, es su trabajo lo que amerita que destaquemos sus condiciones para ser un buen funcionario público.
Tiene el señor Juan Esteban Gil la enorme capacidad de hacer enojar a todos los enemigos de este gobierno (muchos de ellos justificadamente), enemigos que no consienten que en Colombia con este director haya despegado favorablemente la revolución de las vías, la apertura de los caminos, la interconexión por tierra, la comunicación vial y en fín por fín, el mejoramiento de lo que ahora llaman “el carreteable”.
No se podrá olvidar ni negar el enorme trabajo, además con una capacidad especial y diría que hasta única del “coscorronero” Germán Vargas Lleras, quien como vicepresidente de la República se metió de lleno con el propósito de sacar del atraso la mayoría de las vías que aunque trazadas, no eran siquiera medio terminadas.
Vargas Lleras era hace 30 meses atrás, la persona más capacitada que es una cosa y más preparada que es otra cosa, en Colombia, para asumir la presidencia de los colombianos, conocedor como el que más además de los problemas que tiene cada colombiano y como está dicho, sin rivales para ser presidente. El único que le podía ganar a Vargas Lleras era su ego y por eso perdió y perderá por eso mismo cuantas veces intente ser el jefe de la Casa de Nariño.
Muchas horas de trabajo, tinto y cigarrillo dedicó Vargas Lleras a la infraestructura de Colombia. Le quitó tiempo al descanso y con eso enseñó a mucha gente que un servidor público debe serlo de manera franca, ansiando que el país crezca todo en sus obras y en sus habitantes. No soy capaz de negarle ese corazón y esa fuerza al presidente de los “coscorroneros”.
Es posible que esa capacidad la haya visto, tomado, asumido e imitado Juan Esteban Gil, a quien como dice San Mateo en su evangelio “por sus frutos u obras los conoceréis”. Bueno, lo hemos conocido, le valoramos su esfuerzo para darle ánimo a cada uno de los colombianos, en este caso a mí, de que es posible aunque sea la excepción de que los funcionarios nacionales, muy escasos, si pueden trabajar con mucha alegría y desinteresadamente.
Muchas otras obras ha anunciado que se harán, entre ellas en Armenia la avenida de Los Guayacanes antes llamada Avenida del Río por el exalcalde Mario Londoño que se une o prolonga con la avenida Centenario por la urbanización María Cristina y otras obras departamentales que seguramente este personaje público se empeñará en regalarle al Quindío desde esa posición que él ha vuelto importantes.
Sigo pensando en la necesidad de construir una vía que conecte el Alto del Río en Calarcá con la calle primera norte desembocando en la avenida Centenario de Armenia, en razón a que el trancón de carros que se produce a la entrada y centro de Armenia empieza en la quebrada El Pescador de Calarcá y una vía entre Alto del Río y Armenia elimina en más del 50% ese trancón.
Termino como empecé, con el poema de Machado, palabras que bien podría repetir Juan Esteban Gil Chavarría, director nacional de Invías, año 2021, época de pandemia del covid 19; “Nunca perseguí la gloria. Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Y Juan Esteban Gil lo está haciendo.
Aporte de los lectores: “La cosa”.
“Cosa” es posiblemente la palabra más usada en el idioma castellano.
La cosa puede ser objetiva o subjetiva, abstracta o concreta. Pero ya sea una cosa o la otra, la cosa es que la cosa identifica, explica o se aplica a cualquier cosa.
En relación con esta cosa de la cosa, miremos como pudiera actuar la cosa cuando un paciente bastante entrado en años, va a una consulta donde su médico:
El doctor: Bueno amigo, usted dirá que cosa le trae a mi consultorio.
Paciente: Pues la cosa doctor, es que desde hace un tiempo a esta parte, al levantarme por las mañanas siento una cosa rara, vaya, una cosa así como si todas las cosas me dieran vueltas en la cabeza.
Doctor: ¿Y qué tiempo hace que viene usted padeciendo esa cosa?.
Paciente: Pues hará cosa de un mes.
Doctor: ¿Usted ha tomado alguna cosa para eso que siente?.
Paciente: La verdad doctor, es que me han recomendado mil cosas, pero yo, no hago caso a las cosas que me dice la gente.
Doctor: Bueno, pues le diré que a mí me gusta ser muy claro en mis cosas. Esa cosa que usted está sintiendo es una cosa que suele pasar a las personas de edad avanzada como usted, y lo peor de la cosa es que para esa cosa, no se ha inventado ninguna cosa todavía.
Paciente: ¿Entonces así de seria es la cosa?.
Doctor: No hay duda que requiere atención.
Yo le recomiendo tres cosas: La primera es que tome usted las cosas con calma.
La segunda cosa que le aconsejo es que no vaya usted a hacer nada disparatado.
Paciente: ¿cosas disparatadas a mi edad?.
Doctor: Se lo digo por aquello de que “el diablo son las cosas”.
Paciente: Mire usted que cosas dice.
Doctor: La tercera cosa que quiero es que tome esto que le estoy recetando por una semana. Si en ese lapso usted nota que la cosa no mejora, vuelva al consultorio a ver que otra cosa podemos indicarle, porque tenemos que evitar esto degenere en otra cosa, porque entonces la cosa podría ponerse difícil.
Paciente: Muy bien doctor. Ahora por favor me dice ¿cuánto es la cosa?.
Doctor: Por favor vaya con mi secretaria que es la que se ocupa de esas cosas.
Paciente: Señorita secretaria; dice el doctor que me diga cuánto es la cosa.
Secretaria: Claro, pero la cosa no es del otro mundo; son 200.000.
Paciente: ¿Qué cosa, doscientos mil?.¡ Caballeros, hasta donde han llegado las cosas ¡!!!
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