Jota Domínguez Giraldo
La entrada: “Escoge un trabajo que te guste, y nunca tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida”. (Confucio).
LA PRIMERA PIEDRA
La primera piedra tampoco será la última, será la primera y la última nadie la verá, porque el ser humano tiene fama de corrompido y corrompedor, hasta que la humanidad se acabe.
Luis Carlos Sarmiento Angulo es un prestigioso empresario colombiano, uno de los hombres más ricos del mundo, buen comerciante, casado con paisana nuestra, y que ha hecho una fortuna con una visión empresarial destacada por su inteligencia. Hay que felicitarlo. Particularmente me alegra que su capacidad de trabajo le haya generado esos réditos. No tengo nada de envidioso. Dios le premió esos “talentos” porque según el evangelio, los utilizó muy bien (Mateo 25. 14-30).
Con un montonón de dinero calculado en 10.000 millones de dólares (“creo” que son 40 billones de pesos), 39 billones más que los que consiguió el experto en mentiras Roberto Jairo, le confesó a la justicia de Estados Unidos a través de sus abogados que su compañía, el grupo AVAL con unas afiliadas, había “sobornado” a unos funcionarios públicos en Colombia para ganarse la construcción de unas obras públicas, en las que recibiría unas buenas ganancias. Utilizó 23 millones de dólares para ganarse un contrato que le dejaría utilidades por 37 millones de dólares. Claro que es negocio, porque estaba seguro de no ser descubierto.
Su abogado principal es Néstor Humberto Martínez, dos veces ministro de despacho, una vez casi censurado por el Congreso, buen defensor de esos intereses capitalistas. Hasta la semana pasada pensé que era un buen abogado, pero también descubrimos que es un excelente “taimador”, que desde todas sus posiciones se ha puesto a favor de los grupos económicos que mejor le paguen, porque el oficio primero de disimulador de sobornos lo hace bien, y segundo, porque cuando lo atacan se vale de la justicia y utiliza su poder político para que los fiscales le apoyen sus fechorías, por cierto ya muy reconocidas.
Es decir, el país ya sabe de qué clase de personaje estamos hablando.
Volviendo a Sarmiento Angulo, la justicia de Estados Unidos puso sus ojos en Colombia porque fueron juzgados y condenados algunos funcionarios públicos en Colombia y otros “respetables” dirigentes nacionales y “honorables congresistas” por haber recibido sobornos, los unos para enriquecerse y los otros para hacer campañas políticas.
Condenados estos señores en Colombia (muy raro que haya pasado eso), la justicia de Estados Unidos se preguntó “por qué condenaron a los que reciben la coima pero no condenan a los que pagan la coima”. Y preguntando llegaron al grupo AVAL, y los llamaron para ver si era por ahí. Y ahí fue el problema.
Los gringos no aceptan sobornos, ellos aceptan acuerdos con plata; el primer acuerdo que hizo AVAL con EEUU es pagar una plata para no seguir investigando; el segundo acuerdo es que después de pagar la primera plata deben dar evidencias de más personas que puedan estar involucradas y el tercer acuerdo, es pagar una multa por haber aceptado que sobornaron. Algo parecido a Colombia, donde se roban la plata y hacen acuerdos para que no se la quiten toda, los dejen vivir en la casa y “les permitan disfrutar el paisaje para que se les quite de la cabeza esa horrible tragedia que le queda en el corazón y en los sentimientos por haber robado”. Si los pudiéramos castigar escupiendo a los corruptos de este país, se acabaría la saliva rápidamente.
Entonces aceptado por el grupo AVAL que ellos si fueron los que fueron y que por eso pagarán de entrada los 80 millones de dólares, de ahí para abajo se desencadenará los que casi todos suponemos, que las presidencias de la república modelos “Marlboro, Hilsacas, narcotraficantes, elefantosas, samperistas, paramilitaristas, farquistas; las gobernaciones “color Castaño” y las alcaldías “modelos chances”, y toda esa podredumbre que se conoce, no serán castigadas aquí porque estos personajes no tienen negocios en Estados Unidos, es decir, que este modelo está hecho es para negociantes colombianos.
Sin embargo es necesario aclarar que los negociantes no son los políticos, son los fiscales, contralores, procuradores, jueces que hoy ganan buena parte de esa corrupción, eso sí, vendiéndola a buen precio.
No puedo quietarle ni un solo mérito al trabajo honrado del señor Sarmiento Angulo, que le ha merecido múltiples reconocimientos. Seguramente aconsejado por ese grupo de “excelentes asesores”, todos educados en Harvard que cuando llegan a Colombia lo primero que hacen es separar millones de dólares para los sobornos, para enriquecer al grupo AVAL contrario a sus buenas prácticas comerciales y mostrase ante el empresario “con esa capacidad e inteligencia tan especial de ellos para hacer negocios”.
Por último, don Luis Carlos no fue castigado en Estados Unidos ni se enteró del tema de los sobornos, pero si se enteró en las asambleas directivas cuando las diferentes actividades le mostraban el resultado de las utilidades; si era un hombre tan hábil tuvo que haber preguntado de dónde provenían y allí se habría enterado mejor del tema. “Pero los ricos tenemos un problema y es que nunca preguntamos de donde llega la plata sino cuánta más llegó”. Esa es la diferencia.
Por último, la justicia de Estados Unidos no declaró inocente a don Luis Carlos Sarmiento, jefe del grupo AVAL; él se declaró culpable y para que su grupo no reciba una mayor sanción por prácticas corruptas, debe pagar una plata.
En Colombia ocurrió lo contrario; fueron condenados todos los funcionarios que recibieron las coimas, el jefe de una de las empresas de don Luis Carlos y a don Luis Carlos no lo juzgaron porque ya había pasado la fecha límite para hacerlo (algo muy raro en este país), en época en que Néstor Humberto Martínez fue fiscal.
De esas “esas obras de caridad” del grupo AVAL, es decir de dar plata corrupta y sobornos, esperan investigaciones y condenas Óscar Iván Zuluaga y Juan Manuel Santos, un par de pobres hombres que quisieron ser presidentes de Colombia y a quienes el destino se les atravesó entregándoles millones de pesos en el camino, dañándoles la reputación de ser tan buenos y santos, como san Antonio y San Francisco de Asís, ah y como San José. Pero todo en la vida no puede ser tan gratis, y el mayor costo es que tengan que recibir esas platas, como por ejemplo en algunas gobernaciones de Colombia, que su destino era estar condenado a que se le conocieran todas sus andanzas apenas llegaran a esos despachos. Y así fue; inmediatamente se les destaparon todas sus torcidas vidas tapadas, mostrando la verdadera cara de hampones, bandidos y corruptos, a los que por fortuna se las veremos por siempre, si es que son capaces de levantarlas. Ya casito los espera la calle y la burla y el desprecio en vez de los abrazos.
Aporte de los lectores: “En junio de 1494, hace 529 años el fraile escocés John Cor presentó por primera vez un licor al que llamó “whisky”. Pese a eso, todavía no ha sido declarado santo”. (Chabelo A.).