Siembra agua y crece una flor. Esta es una ecuación de la vida que se puede demostrar en el desierto.
Lo triste de los consejos, es que casi siempre le sirven a los demás y nunca al consejero.
Gracias al pobre, tengo conocimientos raídos sobre la pobreza.
Mezcla el éxito con el fracaso y te dará como resultado la normalidad.
La sencillez es una semilla que brota sólo en aquellas personas cuyo pensamiento es árido a la estupidez.
Un poco de los demás y mucho de mí mismo, me equilibra en la balanza de la ignorancia.
Hay silencios que me perturban.
Detrás del seis, el cinco, a las ocho en punto, queriendo moldear el zapato en alguna idea.
Se borra el camino en el lápiz de punta invisible. La pesadilla sonríe desde el otro flanco de la consonante.
De prisa las dos y media a las cuatro del día, de aquellas mujeres sin pies.
Unir continentes con la ayuda del terremoto. Sentarse a leer en el periódico la fluctuación del mercado de ataúdes.
La inundación separando, de manera precisa, tomates lindantes con cadáveres humanos, pollos por nacer, hasta llevarlos a la rivera del diluvio universal.
La duda se aparece como el resplandor de un fantasma que vaga buscando su cuerpo de verdad.
Que toda voz lleve implícito el milagro del silencio.
Si la montaña no viene a mí, no voy a la montaña. Transciende el que aún no se da cuenta de su propia ignorancia.
Soy hombre de pocas palabras y de terco sentir.
La mediocridad no perdona a la inteligencia su propio reflejo a través del mediocre.
Leo aforismos a una mujer que me contesta con certeza: Se aleja la noche…
Lo maravilloso es algo real y palpable que por ignorancia de nuestro espíritu desconocemos.
Que no se castigue el daño, sino la mala fe al cometer el daño.