H de “Había”…principio de un cuento, digno de nunca escribirse.
Se huera el trueno desde el cascarón.
Jesucristo, guerrillero compartiendo amor, pan, vino y algunas juergas, en los montes de Colombia.
La hormiga guiada por la luz zodiacal, distribuye cóctel de moléculas.
púbicos producen fisuras en la mirada lasciva.
Catástrofe política en el gallinero, generada por el estado de sitio dentro del huevo, donde el embrión se rebela en no reproducirse.
Miro de Norte a Sur la vida. De Sur a Norte la muerte, friccionando la oquedad de mí mismo.
pela, le corta, le mastica la fruta, mientras la convidada está a punto de un ataque de nervios, por no poder abrir la alacena en busca de palillos, para limpiarse las uñas.
La llave de la torpeza abre abismos al abismo sin fin…
Atracciones para subastar instantes de sobresaltos.
Personas cuyo patrimonio de hermosura es el dinero.
La amistad no se evalúa, la sensibilidad la palpita hasta encarnarse en amigabilidad.
La gota de agua bajo el sol, goza y eterniza el aire que la contiene.
Refinada glotonería del niño famélico, ante el pastel en la vitrina.
Apetito sexual de los enamorados, exquisita manifestación caníbal.
hombre contra el hombre, hasta suicidarse el último hombre sobre la tierra.
El espacio que ocupas encarna el aire de hermosura, mujer.
Se escriben guiones superfluos, desde la nada hasta la nada, a precio de tildes, sin el apóstrofe de sí mismas.
Decir cotidianidades de la vida, de manera paralela diluirnos en silencio en la inmensidad.
Lágrimas interestelares de héroes, por no aparecer más en las tiras cómicas.
Politiqueros: cuadrúpedos usurpando las dos piernas de la hipocresía.
El bautismo, sacrilegio sicodélico contra la inocencia.
El arco, la flecha, el arquero, en armonía con el blanco del infinito.
Ojos color aire, aire con boca de tulipán, flor con curvaturas encarnándole al viento el perfume de la palabra, poesía.
Respuesta para ser calcinada en la hoguera de la pregunta.
final estrafalario, acabando de acuñar el vértice donde se apoya el discurso vacío.
La existencia sigue el ritmo del paso por darse.
Padres a imagen y semejanza sicológica, de hijos por nacer.
En el silencio de la sabiduría desembocan los colores de la blancura.
La sombra vierte su osamenta en la puesta del sol.
no despertar el Dios de las neuronas, nuestra vida se torna vomito del encuentro consigo mismo.
Arco iris en la noche, hondonada en la contemplación pensativa del búho.
El tiempo acabando de atornillar la tuerca de la pereza.
La unidad orgánica de mi mente fraccionando la ley de gravedad, en un universo de matemáticas con sabor a manzana.
El surrealismo descodifica percepciones supeditadas en restar uno menos uno igual a… y por el contrario multiplica llanuras pertenecientes al viento de la rama por germinar.
Espina dorsal del sentimiento, en la fotografía del amor.
de nada qué decir.
En la sala de conferencias panelista y asistentes se duermen. Ecos de loros invaden el auditorio. La muchedumbre despierta, promueve un ruido grotesco. Cada quien empieza a remedar la locuacidad de las cotorras. Por medio de esta manifestación categórica se deduce la mente de naturaleza mediocre. Repetitiva desde su mundo fetal hasta la historia de sí mismo, calco tóxico de la idiotez.
La estupidez se incrusta de manera milimétrica en el estúpido. O el estúpido se desliza como zapatilla que horma en el pie de la estupidez.
El sectarismo obnubila la inteligencia hasta del más inteligente de los sectarios, a tal extremo que este tipo de docto es equiparable al “no ser”, del “ser o no ser”.