Mis sentidos permanecen en armonía con la vida, esta conexión me basta para cercenar desacuerdos entre materialismo e idealismo. Toda divergencia, en este sentido, es estropicio que obnubila la razón. Quiero decir, me interesa más un pétalo, una gota de rocío, el devenir de la sombra, la huella en el camino, un vidrio que se blinda de sol, la palma cuando se une al loro orejiamarillo, la caída del alero en llamas, este o aquel acontecer, que teorías desafinadas, intimistas, irrazonables respecto a Dios. Posturas infructuosas, imposible de ser categóricas. Toda teoría, en relación a un ser supremo, sufre de reúma reflexiva.
Disfraces perfectos, a imagen y semejanza de quien lleva puesto el disfraz.
Son soberbios, aunque viven en el laberinto de sus insignificancias.
Sepulcros de agua en el desierto. Espejismo maravilloso, para ir a morir en sus riberas.
Exploro la moral a través del roto del zapato.
Entre la bruma, tus palabras me saben a niebla de labios puros.
La medida 90 – 60 – 90, casi nunca se refleja en el espejo de la inteligencia. Es más, si esto llegará a suceder ciertas personas no se harían cirugía plástica.
La vida es una broma atropellada por creencias alienantes.
Hoy el cielo tiene sabor de tu boca por besar. Boca teórica, que se plasma en mí meditar delicioso.
¿Usted se aburre? Pregunta existencial que me formula un niño de 10 años. Interrogar congruente, a la espera de una respuesta sincera, sin demagogia alguna. Sondeo que deja entrever una filosofía del sarcasmo: confronta lógicas de tedio adulto con su espíritu juguetón.
Si la inspiración existiera, todo escribidor de poemas sería el mejor poeta del mundo.
Vacíos que encarnan lo insoportable de uno mismo.
Hacen falta cronistas de la vergüenza personal.
Incontables veces, el ser humano es producto de excitaciones prosaicas.
Enviones de poesía auténtica, a través del lenguaje puro.
No ser avaro le dilucida al mundo de la economía, la realidad fatal en que termina cada uno de nosotros.
Esperar, ¿a quién? Si no hay respuesta, vale la pena esperar.
Un escritor de novelas debe saber vaciar 17 sílabas en concreto, sobre el boquete que es la página en blanco.
Voltear la página, no sin antes echar de ver cómo se diluyen las sombras en la tarde.
Sobrellevar el silencio de lo imposible hasta el impudor.
Los héroes son una farsa. Gran parte de la historia es una falacia. Ante esta opinión, el historiador honesto debe de ir por las latitudes del pasado sabiendo que él es un reinventor, de cuanto no ha sucedido.
Las anécdotas son miel del existencialismo, cosmología lúdica del acontecer.
Sombras poéticas de mis manos idean el hombre que nunca seré.
Si no se enseña a dudar, no hay sabiduría en la educación.
Cuando el discípulo duda, por su sangre corre un maestro.
Belleza y deseo como ecuación sublime, para codificar la cristalización del sexo.
El mejor control de natalidad es eliminar el deseo.
¡Entonces empiecen por aniquilar sus propios deseos, hipócritas!
Sin codicia, el YO no existe y por ende las vivencias, de los pronombres personales, pierden su ambición.
Desde ya urge crear estrategias, para implantar el control de natalidad en marte.
Todos somos esclavos, solo nos diferencia el estrato social en que vivimos y la ropa raída o el dinero que hace levitar a ciertos Homo sapiens.
Matemáticas de la palabra en Lezama Lima, sazón de humor metafísico.
Somos hijos de suspiros carnales.
Que un trino descienda sobre el mantel, no es extraño, lo insólito radica en que el pájaro alce vuelo del comedor sin cantar.