La dictadura de las minorías

12 agosto 2021 12:02 am

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“Si queremos superar el hoy debemos aprendernos de memoria el ayer”.

Por Christian Ríos M.

En occidente, o más específicamente en aquellos estados nación que por definición son repúblicas, se desarrollan sistemas de gobierno de participación ciudadana conocido como democracia. Este concepto es empleado e implementado desde tiempos memoriales de la Grecia clásica con una organización política social y económica bien establecida que ceñía las ciudades estado y llevando a cabo una exaltación unipersonal como lo es el de ser ciudadano. Sin embargo; a pesar de que este concepto, el nivel de participación de la ciudadanía era limitada: los esclavos no eran considerados ciudadanos per se.

Tiempo después, los padres modernos de la libertad: Montesquieu, Rousseau y Locke quienes defendieron fuertemente esta idea estando convencidos que la mejor forma de proteger la libertad se debía hacer dentro de un régimen democrático considerado como el gobierno del pueblo. Emerge, entonces, un paralelismo: la libertad es resguardada desde la democracia, y la misma precisa de las libertades individuales y colectivas para sostenerse.

Así las cosas, el concepto de “ciudadano”, este implica ir más allá de una simple definición -tanto para los griegos cómo los ilustrados- refiriendose a una exaltación unipersonal de autoridad y prestigio dentro de una sociedad. Bordeau, por ejemplo, concibe que el ciudadano debe de tener y adquirir un nivel elevado de responsabilidad incluso de obligación dentro de la sociedad implicando que la razón y su formación lo trasladan a un estado de madurez con capacidad y poder de decisión sobre la res pública, esto es, el ciudadano cuenta con la capacidad de tomar decisiones sobre lo que interesa al colectivo, por sobre los intereses individuales.

De tal suerte que la democracia debe ser ejercida por ciudadanos genuinamente libres y no por una persona común que no está a la elevación de esta investidura, porque al ciudadano no lo hace su cédula de ciudadanía o nacionalidad, sino, su corresponsabilidad y obligación dentro de la misma sociedad. Más importante aún, debe perfeccionarse en aspectos tales como ética, la razón y la educación.

Abraham Lincoln, ex presidente de los Estados Unidos de América, planteó que la democracia es un régimen donde gobierna el pueblo por el pueblo y para el pueblo, De esto surge una relación entre gobernantes y gobernados, donde la autoridad proviene de ese mismo pueblo.

Georges Clemenceau definió al pueblo como como una masa de intereses móviles qué son cambiantes y se mueven a la razón de los sueños, las pasiones y las esperanzas, pero también propone la integración de cuestionamiento donde pone en duda esa capacidad como pueblo para gobernarse poniendo en entredicho que esa masa popular puede ser conducida por caprichos, sofismas y sentimientos de una ruidosa minoría activa.

A la postre, el conjunto de emociones y pasiones puede interferir con el sistema de gobierno del pueblo, cooptado por minorías.

Se concluye entonces que la democracia debe ser ejercida por ciudadanos libres que en su conjunto conforman el pueblo, pero este a su vez debido a sus emocionalidades y pasiones puede ser vulnerable si no está educado y estructurado culturalmente hablando -desde lo político- ya que puede ser fácilmente conducido y estimulado bajo los intereses de una minoría activa.

En consecuencia, el ideal democrático contabiliza tres limitaciones: 1) se ve condicionado por la libertad individual, que no puede ser absoluta -en razón de que sus límites son fijados por el Estado y por los derechos de terceros; 2) existe la posibilidad de que se consolide una dictadura de mayorías, conforme las políticas públicas se implementarán a partir de consensos mayoritarios; 3) se acepta la representación en la forma de un grupo de personas calificadas para representar al conjunto, tras lo cual se diseñan cuerpos corporativos de elección popular, conocidos como asambleas, consejos, o el mismo congreso.

Se establece entonces la dualidad en la que circunda la democracia entre una limitante dada alrededor de una dictadura de mayorías que decide pero que a su vez la evidencia actual demuestra una clara implicación de parte de ruidosas minorías activas en las que pretenden imponer su voluntad ante las mayorías.

En tal sentido, los desarrollos recientemente registrados en Colombia con múltiples paros y protestas -con un gran contenido de vandalismo y terrorismo- exponen de manera contundente la escasa capacidad del Estado para reaccionar frente a las amenazas. Se puede evidenciar un poder fuertemente establecido por minorías que se mueven bajo intereses políticos de forma personal y particular en el que usan métodos insurgentes para poner en la palestra pública trasluciendo sus exigencias y reclamos. En el epílogo, el método recurrido por esos grupos es la violencia política.

El termino al que hago alusión sobre dictadura de minorías es claramente la muestra de que una minoría puede desplegar la violencia como método de imposición ante el colectivo o sociedad; utiliza el terrorismo y las especulaciones para ejercer presión social y así poder imponerse ante esas mayorías que por lo general no son violentas, su fin último es doblegar las voluntades de las mayorías. Lo anterior contrapone el postulado de Bordeau sobre la razón misma del ciudadano ante la de Clemenceau donde se manifiesta que el pueblo es una masa movida por los sentimientos e intereses de una minoría activa.

Tales grupos niegan categóricamente el concepto de ciudadanía; no pretenden demostrar interés en el consenso y el entendimiento desde la razón y el debate popular caracterizándose por su intransigencia e ignorancia. Sus actuaciones exhiben francamente alejados de los conceptos vinculados a cualquier consenso democrático, conforme se los describiera al inicio.

En Colombia se demuestra la promoción violenta de unas minorías encapuchadas y armadas -estando muy lejos del concepto de ser ciudadanos- que bloquean vías, asesinan personas, cobran peajes ilegales, queman buses, dinamitan puentes y oleoductos, secuestran personas, pueblos y ciudades al punto de cohibir y coartar la libertad de las mayorías. Notablemente estos modus operandi van en contravía de la conceptualizada idea de democracia, incluso de los autores defensores de la libertad como Montesquieu, Rousseau y Locke quienes vieron en el régimen democrático el mecanismo más efectivo para defender la libertad.

Aunque estas actuaciones criminales no solo se han evidenciado durante el último paro nacional y las diversas manifestaciones en Colombia, se viene esgrimiendo durante toda su historia de violencia donde el terrorismo, las extorsiones, los secuestros y el narcotráfico han tenido socavada la libertad de las mayorías desde sus memorias históricas buscando conseguir violentamente lo que en democracia nunca han podido conseguir.

La violencia se convirtió en la forma más efectiva de imponer las voluntades minoritarias por medio de la vía armada junto con todas sus dinámicas de terror con el fin de establecer sus intereses particulares desde lo político y lo social. Se tiene entonces, grupos minoritarios armados -con representación política en el congreso- que se anteponen con violencia para someter la libertad, la democracia y las mayorías ciudadanas a las que en ultimas el poder del pueblo no es sino una idea utópica doblegada por las capuchas y las armas de los violentos.

Christian Ríos M.

Politólogo Internacionalista de la Universidad Militar Nueva Granada.

Twitter: @CHRISTIANDAES6

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