Por: Luis Guillermo Velásquez López
MPEP: Pensamiento Estratégico y Prospectiva
Es ineludible retomar nuevamente el asunto de los candidatos, como si estuviéremos en el país de la farándula; una nación donde la realidad de los hechos supera la ficción, esto de la elección Presidencial se ha convertido en una fábula, tan divertida y lejana de la realidad del país, que vendría bien invitar al jurado de “Yo me Llamo”, conformado por Amparo Grisales, Cesar Escola y Jeison Jiménez y mientras esto sucede; las redes de indignación fomentan las tensiones sociales, en un contexto de nación que no hace parte de la partitura de los más de 50 aspirantes a la Presidencia; no existen planteamientos de fondo que nos indiquen un camino de esperanza, un discurso perdido en medio de las aspiraciones personales y de mercadeo electoral.
El margen de error, “tiene como propósito expresar la cantidad de error de muestreo aleatorio en los resultados de una encuesta. Cuanto mayor sea el margen de error, menos confianza se debe tener en que el resultado de la misma.”, Hasta aquí su definición.
No vamos por buen camino, en la gran mayoría de las encuestas siempre nos anuncian que el margen de error de las encuestas es menor al 3.5%, cifra que por demás es aceptable en asuntos de estadística y muestreo aleatorio; sin embargo, es prudente observar que la gran mayoría de los aspirantes no superan el margen de error en las mismas, todos ellos registran menos del 3.5%; en otras palabras, no capturan la intención de voto.
De verdad esto no está bien, ni el ejemplo de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Perú y con menor impacto lo que viene sucediendo en Argentina y México y los desarrollos recientes en Chile, les ha servido de lección a los aspirantes. Lo repito, en el partidor no suman y el día de las elecciones restan, dividen la opinión y el voto, tan solo un candidato se atreve a la plaza pública; mientras tanto, los participantes del margen de error se limitan a dar declaraciones de sus recorridos por el territorio, pero ninguno se atreve a la plaza, sin duda el margen de error los asusta y ellos lo saben, pero habrá que posar de inteligentes y persistentes en la caricatura de la división y los intereses personales.
Es un discurso trazado por señalamientos de toda índole, esa parece ser la norma del debate. No obstante el candidato con mayor aceptación tiene servido el discurso de ocasión y no escatima oportunidad para fortalecer su plataforma, sus planteamientos cautivan al cerca del 50% de la informalidad laboral, y arrecia contra un modelo de obsolescencia capitalista, cuyo crecimiento económico centrado en las grandes utilidades de las empresas poco aporta al beneficio social; sin duda, un político que sabe sacar provecho de los factores de cambio del entorno, además de sagaz y cautivador, podría poner en jaque el sendero de la nación y desde luego un manto de incertidumbre arroparía el futuro de nuestra querida Colombia; esto no parece importar a gran mayoría de los más de 50 candidatos a la Presidencia.
Aun se vislumbra una franja de indecisos y de voto en blanco que habrá que cautivar, pero esto no sucederá desde anarquía electoral y los señalamientos personales; es hora de entender que no están sumando, divididos no aportan, es necesario la convergencia, retomar el discurso de la realidad país, comunicar propuestas de cambio y esperanza, capturar el interés aún disperso y como lo expuse en mi último escrito, no esperar a tener un candidato de emergencia. La realidad es apremiante y quizás ya sea demasiado tarde.