En un lugar de la Mancha

18 septiembre 2023 1:29 am

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Juan Carlos Ramírez Gómez

He vuelto a leer El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, de la que se afirma en el mundo especializado es la primera novela moderna, ocupando el puesto preeminente entre las mejores novelas del mundo.

En su magnífica introducción a la edición Letras Hispánicas John Jay Allen, nos habla cómo los admiradores más entusiastas de Cervantes han sido los mismos novelistas y expresa: “Defoe se ufanaba de reconocer “el quijotismo de Robinson Crusoe”. La primera novela de Marivaux, Pharsamound, se subtituló Le Quichotte Francais.

Fielding estrenó una comedia, Don Quixote in England, antes de proclamar en la portada de Joseph Andrews que su primera novela había sido escrita “imitando la manera de Cervantes”; William Faulkener releía Don Quijote todos los años, “como otros la Biblia”. Stendhal y Flaubert reconocieron el estímulo de Cervantes y Turgueniev escribió un ensayo clásico sobre el Quijote. Kazantzakis dedicó una novela a Sancho Panza. El Idiota de Dostoievski no se entiende sin el antecedente del Quijote, y André Malraux dijo después de la Segunda Guerra Mundial que “solo tres libros, Robinson Crusoe, Don Quijote y El Idiota, retenían su verdad para los que habían visto las cárceles y los campos de concentración”.

Con Don Quijote, Cervantes innovó técnicas narrativas en la creación del género novelístico, por excelencia un género occidental, en el período post-renacimiento.

“Desocupado lector, sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse”; como inicia el prólogo que el mismo Cervantes hace a su extraordinaria novela, ya en los albores de 1605 cuando se edita el primer tomo del Quijote. Muestra ese mundo providencial, del realismo cómico, rechazando la autoridad clásica, explorando efectos, puntos de vista en el lector que hacen de estas y muchas otras innovaciones cervantinas una ruptura con los géneros literarios establecidos y una liberación de las posibilidades narrativas a partir del siglo XVII.

En el prólogo a su novela Cervantes sostiene un “diálogo activo” con un amigo que “entró a deshora”, “gracioso y bien entendido, el cual viéndome tan imaginativo, me preguntó la causa, y no encubriéndosela yo, le dije que pensaba en la historia de Don Quijote”. Y después de escuchar los razonamientos de su amigo vuelve y se dirige al “lector suave” para decirle: “Yo no quiero encarecerte el servicio que te hago de darte a conocer tan noble y tan honrado caballero; pero quiero que me agradezcas el conocimiento que tendrás del famoso Sancho Panza, su escudero, en quien, a mi parecer, te doy cifradas todas las gracias escuderiles que en la caterva de los libros vanos de caballería están esparcidas. Y con esto, Dios te dé salud, y a mí no olvide. Vale”.

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