Todas las sociedades con alto grado de desarrollo han realizado una gran inversión en educación, pues es ésta el motor de las transformaciones sociales. No obstante, para Armenia es evidente que no es una prioridad, ni para la administración municipal, ni para los medios de comunicación y, por muy triste que parezca, ni para la sociedad civil. La falta de cultura ciudadana, los altos niveles de violencia, la falta de centros de investigación y de desarrollo de primer nivel, los casi nulos emprendimientos de alto impacto demuestran que la educación es una tarea pendiente.
Voy a empezar por el principio. Para que un sector específico tenga relevancia en la agenda de una ciudad debe contar con varios elementos: una política pública, prioridad presupuestal y una sociedad civil organizada que jalone, haga seguimiento y visibilice los avances, pero el municipio de Armenia no cuenta con una política pública de educación, ni una política pública de ciencia, tecnología y emprendimiento que estén priorizados en el presupuesto de la administración local. Adicional a esto, no cuenta con observatorios, centros de investigación, ni mucho menos medios de comunicación que hagan seguimiento a la educación. Ahora daré una mirada por sectores.
A la educación básica (primaria y secundaria) y media del sector público en su inmensa mayoría le falta mucho por mejorar, tanto por la falta de financiamiento e inversión de la nación y el municipio, como por la falta de proyectos educativos pertinentes. Los resultados en Pruebas Saber, antes llamado examen del ICFES (sin ser la única forma de medir la educación), tienen resultados medios y bajos, salvo dos o tres instituciones educativas con resultados muy superior. La primera institución pública del municipio, el C.A.S.D, se ubica en el puesto ocho entre todos los colegios de la ciudad y, ningún colegio público de Armenia se encuentra entre los primeros mil de Colombia.
Las instituciones de educación superior tampoco salen bien libradas. Ninguna de las universidades públicas y privadas se encuentra acreditada de alta calidad, lo cual no les permite tener las ventajas como elevar su prestigio académico, tener relaciones con universidades acreditas o participar de redes y comunidades académicas. De igual manera, al no estar acreditadas no pueden recibir estudiantes del programa Ser Pilo Paga (el cual necesita un análisis de fondo) y por ello los beneficiados de estos créditos condonables en el departamento deben irse a otras ciudades. Armenia en este sentido, está rezagada con respecto a Pereira y Manizales que cuentan con dos y cinco universidades acreditas respectivamente.
Las universidades de la ciudad, así mismo, no conforman una red que les permita a sus estudiantes tener movilidad académica entre ellas, es decir, no pueden ver materias o cursos en otras universidades. Los centros de educación superior no tienen centros de investigación con participación de dos o más universidades, no visibilizan un trabajo articulado, no aportan a la construcción de políticas públicas ni son centros de discusión de temas de ciudad.
Pero todo lo anterior se puede cambiar. Primero, se necesita un gobierno local que haga de la educación la prioridad de su administración, como lo han hecho Medellín, Bogotá o Bucaramanga; segundo, una sociedad civil empoderada que se organice y evalúe el sector educativo; tercero, directivos universitarios generosos que pongan por encima de sus negocios la construcción colectiva del conocimiento y, por último, medios de comunicación más activos. Todos estos cambios posibilitarían hacer de la educación la prioridad de la ciudad. ¡Se Puede!