Es una verdad evidente que la educación en Colombia tiene múltiples problemas, poca financiación, currículos rígidos y en ocasiones obsoletos, problemas de infraestructura, una mala calidad en gran parte del sistema público y una educación privada de aceptable calidad casi inalcanzable para la mayoría de la sociedad, docentes en una inmensa mayoría mal pagos y, lo más grave de todo, una ciudadanía a la que no le importa y no conoce todos estos problemas.
Es innegable que Colombia ha mejorado su nivel educativo en los últimos años. La cobertura es casi del 100%, se han realizado esfuerzos por mejorar la calidad, los maestros están mejor preparados y el sistema de concursos públicos docentes ha alejado la politiquería del sistema. No obstante, hay grandes retos relacionados con que la mayoría de niños no asiste ni a un solo año de educación preescolar, muchos jóvenes abandonan la escuela antes de obtener su título de bachiller, cerca de la mitad de los estudiantes universitarios desertan sin haber obtenido su diploma profesional y en las pruebas estandarizadas internacionales como PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes por sus siglas en inglés), Colombia ocupa los últimos lugares.
Y todo lo anterior parece no importarle a un gran sector de la sociedad, pues pocos se ponen la camiseta para actuar por el mejoramiento de la educación excepto en el momento de señalar sus falencias. De ahí que haya que resaltar que la responsabilidad no puede estar solo en las instituciones y en los sectores directamente relacionados con ella como colegios, universidades, ministerio o secretarías de educación.
Para mejorar la educación la sociedad en su conjunto debe entender que la prioridad dentro del modelo de desarrollo del país debe ser la educación de calidad; es por esto que familias, empresarios, medios de comunicación, políticos de todas las tendencias y partidos, y otros sectores, deben trabajar juntos para analizar los éxitos y fracasos del sistema, presionar para lograr una mejor financiación y su mejor distribución, al igual que buscar el reconocimiento social y una mejor remuneración para los docentes que son los verdaderos héroes del país.
La educación debe ser la mayor prioridad para tener un mejor futuro como nación. Entre otras, debería tener las siguientes características: ser de alta calidad donde el arte, la cultura, el deporte y el emprendimiento sean protagonistas; contar con una jornada única bien financiada con alimentación escolar completa y transporte; tener un lugar privilegiado para la investigación que forme ciudadanos conscientes de la responsabilidad que tienen con sus contextos, con sus comunidades, con el medio ambiente, con principios de ciudadanía, libertad, y apego a la legalidad.
En Colombia han existido diferentes llamados serios para mejorar la educación. La Misión de los Sabios en 1994, de la cual hicieron parte entre otros Rodolfo Llinás, Manuel Elkin Patarrollo, Carlos Eduardo Vasco y Gabriel García Márquez quien escribió una proclama para esa misión titulada Por un país al alcance de los niños; el Movimiento Pedagógico Nacional entre las décadas de 1980 y 1990, el cual fue un gran esfuerzo por pensarse la educación desde su interior, allí los maestros liderados por FECODE estudiaron y plantearon propuestas para el mejoramiento del sistema; y el más reciente Todos por Educación, el cual es una apuesta ciudadana fundamentalmente de jóvenes preocupados por la situación actual de la educación que promovió el Pacto por la Educación. Los dos primeros cayeron en el olvido y el tercero puede ser la gran oportunidad para Colombia y su educación. Son los jóvenes los que nos invitan a ponernos la camiseta por la educación, a trabajar en equipo y a comprometernos con el futuro ¡Se Puede!