Carta abierta a los empresarios inteligentes

5 junio 2018 1:45 am

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Soy empresaria, sé lo difícil que es hacer y mantener viva una empresa en Colombia. A pesar de que juntos -las micro, las pequeñas y las medianas empresas-, le aportamos al país el 80% de su empleo, y el 45% del famoso PIB, somos la cenicienta del paseo para los gobiernos de turno. Nos tocan los impuestos y padecer y aguantar una economía sin dinero. Hemos dicho mil veces que la corrupción tocó fondo. Pero es en el siguiente gobierno donde nos estamos jugando la verdadera superviviencia. Nosotros sabemos que la economía en Colombia está en cuidados intensivos. Las grandes empresas nacionales y multinacionales con el gobierno, se han repartido privilegios tributarios y el botín de los activos del estado. Y nosotros haciendo milagros en el día a día para sobrevivir. Mientras tanto crece la delincuencia, generada por la descomposición social, la drogadicción y ahora el microtráfico, como cáncer que devora a la población en los cordones de miseria ¿Cómo lograron que no seamos ricos en un país riquísimo?

La economía es simple, es la historia de Henry Ford que pagaba mejores salarios para que hubiera quien le comprara sus carros. Con verdadera producción, podemos recuperar este tesoro de territorio. Cada vez que estudio las propuestas presidenciales, veo lo que ya padecemos: que el país ha estado más dedicado a robar que a producir. Ahora “el canoso” plantea el verdadero final de Colombia, y nosotros asustados con anteojeras, como los caballos que no pueden mirar sino en una sola dirección, para que no consideremos la causa del problema que ya vivimos. Los analistas del exterior no lo pueden creer, incluido el reconocido economista francés Thomas Piketty, espera que rectifiquemos llevando al país por los caminos de la producción real, la que se ha probado en los países que han superado el subdesarrollo.

La propuesta de los corruptos de tomarse los tres poderes: el ejecutivo al mando del legislativo y del judicial en una corte única, es la tapa. ¿Así quién le pone el cascabel al gato? Nos acostumbramos a que en Colombia no haya Estado de Derecho. Los partidos corruptos vienen por los restos de país que todas las mañanas las Pymes -que somos el 99.9 % de las empresas de Colombia-, tratamos de salvar.

En bandeja de plata quedarían nueve millones de hectáreas que ya “negociaron” para la minería multinacional. Minería que nada nos produce, excepto devastación. El “canoso” es primíparo en esto de gobernar, pero ya sabe qué es lo que más le “produce”. Léanse el artículo de El Espectador “El candidato que salvó a Odebrecht”.

Y nosotros como sociedad y como electores detrás de las migajas, hemos alcahueteado a los grandes pillos políticos y a los grandes dirigentes, que no han sabido proteger al país protegiendo una sana economía común. Las consecuencias también acaban siendo nefastas para ellos, porque la vida devuelve lo que se hace, estamos en el mismo barco.

En nosotros está protegernos de que acaben las cortes para que no les juzguen sus crímenes, de que quiten las consultas populares y desaparezcan la tutela.

Inteligente es aplicar nuestro sentido común. Tristemente los hechos nos han comprobado que el que vino a trabajar, trabajar y trabajar, subió para delinquir. Una inteligencia brillante que se perdió por los caminos de una codicia patológica. Suena duro, pero es dolorosamente cierto, o si no vean las masacres, las vidas en juego y el grandísimo desfalco de Hidroituango. El daño que le hicieron a EPM es una puñalada traidora que nos duele y nos cuesta económicamente.

¿Mejor pésimo conocido que bueno por conocer? Ni riesgos. Y el camino del voto en blanco más que cobarde, es tonto. Ahora la sociedad civil tiene el poder de decidir, porque detrás del botín se arrinconaron los corruptos. No nos asustemos con la “izquierda” absurda de Maduro, hay verdadera izquierda exitosa. Quisiera que mi empresa estuviera en Uruguay, con gobiernos de izquierda de calidad que recuperaron al país. Porque aunque Colombia parezca resistirlo todo, no es así. Lo vemos en nuestros balances de empresa.

Todavía queda una tercera o cuarta parte “del botín”. El dinero del Estado no es que sea “plata de nadie”, es de nosotros: el país que produce contra la corriente. El cerdito no es “Porky”, somos nosotros los que podemos no jugar de “marranos”. Las gallinitas de los partidos corruptos nos quieren pintar el “gran” negocio: huevos con jamón. Defendamos la supervivencia de nuestras propias empresas, por favor no seamos cómplices. Para ser empresario en Colombia hay que ser inteligente. Espero que todos lo seamos y empecemos a construir un país limpio, productivo, un país saludable. Nadie tapa el sol con las dos manos, sabemos que lo demás no paga.

 

 

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