¿ES POSIBLE TRABAJAR DISTINTO?

18 agosto 2020 10:42 pm

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¡Qué descanso! ahora el grupo cuida al grupo

Por Catalina Velilla

La estamos necesitando y la vamos a necesitar muuucho más. Los desafíos económicos y sociales de estos tiempos de crisis, requieren un trabajo en equipo de altísima eficiencia y compromiso. Hay una metodología de trabajo en grupo que permite que funcione todo lo que hace un colectivo. Hace posible que la gente se integre hacia unos objetivos comunes, aunque no estemos acostumbrados a hacerlo. Se llama Sociocracia o Gobernanza Dinámica, la han usado con extraordinarios resultados en los países angloparlantes. Latinoamérica está rezagada en saber trabajar unida y se conocen las consecuencias de una ciudadanía atomizada, sin representatividad ninguna, a merced de las circunstancias y de unas organizaciones ineficientes, con una productividad y rentabilidad inferiores a las de otras regiones del mundo.

El nombre Sociocracia a veces asusta porque suena complejo o aburrido, también se llama Gobernanza Dinámica porque dinamiza a las organizaciones. Consiste en usar cuatro tipos de reuniones simples, que se pueden utilizar en un sólo encuentro, según lo que se requiera. Es una forma de dar la palabra y de registrar la información, en la que necesariamente todo el mundo participa. Se usa para ejecutar las tareas diarias que requieren de grupos y es viable a partir de tres personas, pero puede usarse con 150, 200 o más.

Los cuatro tipos de reuniones son la “generación colectiva de propuestas”, la “toma de decisiones por consentimiento”, la “designación de roles o prioridades” y la “retroalimentación”. Se aplican a los comités, a los seguimientos, a la coordinación y supervisión de tareas, a todo lo que exige trabajo conjunto. También a la planeación estratégica.

Las organizaciones necesitan que cada parte haga sus cosas bien. Como generalmente esto no ocurre de manera oportuna y óptima, vivimos en un estrés que nos convierte el trabajo en desmotivador y decepcionante. Al instalar los cuatro tipos de reuniones circulares que plantea esta metodología, usarlas y verificar cómo funcionan, se facilitan los procesos y se fortalecen las empresas y organizaciones. “Soltamos” poder para multiplicar las posibilidades. Ese poder común se distribuye y articula. Verificamos día a día algo muy simple y a la vez muy escaso: juntos sí podemos. Juntos es mejor y solamente juntos es posible alcanzar los resultados que necesitamos ahora.

Se va adquiriendo la madurez de saber que si cada uno y los demás, no asumimos nuestra parte, el proceso no marcha. La participación y la ayuda de los otros son mi propio respaldo y el de la organización. La Sociocracia transparenta la mediocridad y lo más importante es que con esto no hay problema, nos reconocemos imperfectos pero con fortalezas necesarias para que todo el resto funcione. Por eso nace el compromiso individual y sentimos la tranquilidad de que otros nos ayudan.

El poder no se pierde, porque se reparte se fortalece. Así podemos disfrutar más lo que hacemos. Cuando lo podemos experimentar, sentimos el gusto de ver los resultados que necesitamos de manera más certera, rápida y fluida.

La metodología es simple, la puesta en marcha es un mejoramiento continuo espontáneo, porque al cambiar el juego, cambia la actitud de las personas de manera casi inconsciente. Nos convencemos de que es verdad que cada compañero está haciendo una parte importante del trabajo. Empujamos coordinadamente y de esa manera es mucho mejor para mí y para el equipo.

¿UN OBJETIVO COMÚN?

Lo primero que se descubre al implementarlo, es que es normal que cada quien tenga sus propios objetivos, rara vez resultan ser tan comunes como se “supone”. Los empleados no quieren necesariamente que la empresa “salga adelante”, que consiga la mayor rentabilidad y bienestar. Muchos quieren “trabajar poquito y que no los echen”, quieren bajar sus esfuerzos y aumentar sus recompensas, pero la superviviencia de la organización va adquiriendo su importancia real, sin abusos de ninguna de las partes. Es gratificante no sentirnos solos o como ruedas sueltas. Ese mayor gusto por el trabajo, es la recompensa que genera el pensar y seguir juntos los caminos para hacer mejor la tarea diaria. Ya no hay que “empujar gente” y ahora esa energía se usa para alcanzar los resultados.

INTELIGENCIA COLECTIVA

Tiene varias claves, una es la inteligencia colectiva, algo de lo que hemos oído hablar pero que nunca hemos visto en la práctica. La inteligencia del grupo siempre será superior a la del más destacado. Cuando empiezan a mostrarse los efectos de la metodología, la sensación puede ser sentir que “todo el mundo se ha vuelto genio”. Las ideas más innovadoras, más atinadas, pueden salir de los miembros de la organización anteriormente menos tenidos en cuenta. El trabajo empieza a ser un juego común divertido. Sentirse oído es fundamental para poder aportar, pero esto -tan básico-, no ha sido la costumbre en las organizaciones.

El asombro de ver que de “cualquier compañero sale la idea más brillante” es motivador. Ideas que aparecen de manera inconsciente al procesar el aporte de un participante, tejido con las ideas de otros. Nos acostumbramos a contar con esa inteligencia colectiva que de otra manera no se ve, no se conoce y se desperdicia constantemente.

PULIR CON EL CONSENTIMIENTO

“Consentir” es estar de acuerdo con lo decidido, y “no consentir” es dar un aporte razonable, un “regalo” que moldea la propuesta. Se necesitan casi siempre acuerdos temporales entre lo que quiere la mayoría y lo que considera importante el individuo, con sus argumentos y los conocimientos que le ha dado la experiencia de su labor. Se llega a decisiones que sean “suficientemente buenas por ahora y suficientemente seguras para intentarlas”, lo que es la gran ley de la Sociocracia, que equivale a nuestro sabio dicho de arrieros “en el camino se arreglan las cargas”. Esto puede sonar a improvisación, pero no es otra cosa que la realidad, porque es en el trascurso de la puesta en marcha de algo, cuando se verifica si sirve o no, con la ventaja de que con la Sociocracia, se pueden rectificar decisiones muy fácilmente, con flexibilidad. Cuántas organizaciones son sometidas a malas decisiones, sólo porque volver a tomar una nueva decisión es difícil y demorado.

EL RESPALDO ES EL GRUPO

Se quita la enorme presión de que no vamos a poder sacar adelante nuestra tarea individual, al fin de cuentas estamos respaldados por el grupo, con decisiones a conciencia y con conocimiento de causa. Resulta liberador saber que si el grupo se perjudica, nos perjudicamos todos, por eso nos protegemos mutuamente. Eso parece ser obvio, pero no atender esa realidad es lo que produce los “fracasos” en las organizaciones y en las comunidades.

La Sociocracia transforma a las personas porque no deja espacio para el ego, el grupo le quita lugar a las “manipulaciones y las desconfianzas”, porque la sinceridad se va volviendo una característica del trabajo y los desacuerdos se convierten en el ingrediente para analizar las propuestas con el estudio de una multitud de ángulos posibles. “Podemos engañar a un jefe, pero no podemos engañar a un grupo”. Los compañeros de trabajo conocen nuestras debilidades y fortalezas, y la Sociocracia minimiza las debilidades, gracias al conocimiento profundo de que “no somos perfectos” (por eso mismo nos necesitamos) y que nuestras fortalezas se usan cuando el grupo empieza a tenerlas en cuenta y a valorarlas.

Nos salimos de la rutina porque aparece la sorpresa, el asombro de reinventarnos y de interactuar con innovación. Sale la respuesta a “¿cómo afrontamos esta tarea juntos?”. Empezamos a ver indispensable el aporte del equipo. Es una liberación reconocernos “imperfectos, incompletos, pero maravillosamente complementados por los otros”.

CADA QUIEN PARA LO QUE SIRVE Y PARA LO QUE LE GUSTA.

Optimizar el tiempo, optimizar nuestra participación, conseguir la eficiencia y no desaprovechar los recursos; consigue un trabajo más divertido y con menos tensiones, porque las diferencias de opiniones son las que enriquecen a las decisiones colectivas. Vemos más fácilmente los distintos ángulos y aspectos de los temas y tareas que vamos a acometer unidos.

SE ACOSTUMBRA UNO A LA SINCERIDAD.

No hay espacio para el ego porque la fuerza del grupo lo reemplaza. Hay tranquilidad para todos. No se actúa por “revanchas” sino por argumentos, aportes razonables, dejamos de ser “palos en la rueda” y humildemente reconocemos que “no nos las sabemos todas”, lo que abre la puerta a las posibilidades. La metodología genera más oportunidades de evolución de las personas que fracasos en su participación. Una puesta en marcha genuina suma, enamora y transforma.

El desafío es implementar la metodología hasta poder mostrar sus ventajas. Insistir y aplicarla completa. Las cuatro reuniones son muy sencillas, sólo hay que usarlas. Luego de que el grupo las experimenta, no va a querer abandonar esa forma de trabajo porque simplemente nos fortalece y nos hace más grata la vida diaria.

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