Por Jhon Jairo Salinas.
Recordamos que en aquellos pasillos de mi viejo hospital se asomaba la vida y las primeras lágrimas de quienes nacimos en la Villa del Cacique. Pasillos de historias, de familias regocijadas por la venida de un hijo, lugar de alegrías y tristezas, de angustias y de esperanzas.
Los recuerdos de quienes somos primigenios de esta tierra se entierran a la par con el hospital. La dieta del doctor Jaramillo; los vigías de la salud; las obras de caridad dirigidas por las hermanas Vicentinas; las campañas de higiene oral a los infantes en las escuelas; los centros de salud, entre otros programas están siendo borrados por los mercaderes de la muerte.
Definitivamente lo que está pasando en el segundo centro de atención médica del departamento del Quindío, el hospital La Misericordia de, raya en la indecencia y ridiculez de quienes administran los recursos de la Salud.
No vamos a entrar en detalle de lo que siempre se ha dicho y repetido:
¡Las EPS le deben al hospital!, ¡la culpa es de las EPS que no pagan!
No. El problema es la incapacidad intelectual y política de solucionar la crisis atravesada por la corrupción y la politiquería de guiso, que no sé de cuando acá, se les ocurrió que la salud no es solamente un "negocio", sino sinónimo de votos. De acuerdo al número de trabajadores, éstos se traducen en votos para X o Y senador, representante a la Cámara, concejal, diputado, alcalde y/o gobernador.
Fotografia: J.J Salinas
¡Qué ironía! un hospital convertido en un directorio político… Aclaro, todavía se cuentan con unos políticos honestos, poquitos, pero los hay. A ese poquito de políticos honestos los invito a que hagan historia, ¡Salvemos nuestro hospital La Misericordia de Calarcá!
Esta situación del hospital La Misericordia me trae a la memoria la famosa película argentina, El doctor Cureta:
En tono de sátira, con mucho de grotesco, “La clínica del doctor Cureta” propone una aguda pintura de la Medicina de los 80’s. Los manejos mercantilistas de la Medicina de esa época, los pacientes privados y los de obra social, los laboratorios con sus “ganchos” para ganar el mercado con sus productos, la selección de los médicos, y diversas situaciones divertidísimas…
Cualquier parecido con esta comedia no deja de ser una mera realidad.
Las transferencias de los dineros de la salud a los municipios alimentan a una cadena de politiqueros locales y clientela partidista, que se enriquecen y trafican con el sufrimiento del pueblo para fortalecer su poder gamonal, ligado generalmente a alcaldes y gobernadores. El Quindío desafortunadamente no es la excepción.
Por eso, un grupo de ciudadanos calarqueños estamos haciendo uso de la herramienta que nos otorga la Constitución Política de Colombia, el derecho a organizarnos en un gran comité Pro defensa del hospital La Misericordia de Calarcá, donde pondremos todo nuestro empeño en salvaguardar uno de los derechos universales, ¡la salud!
Hacemos un llamado a todo el estamento cívico y popular del municipio de Calarcá y del Quindío a que arranquemos de las garras de los mercaderes de la salud el hospital La Misericordia. El legado histórico de dicho centro hospitalario, está ligado a la pujanza de nuestros abuelos.
El reciente caso del hospital La Misericordia de Calarcá, es solo una pequeña muestra del entretejido político de la corrupción en el sector salud.
La política es una ciencia social que debe estar al servicio de comunidad. Así como la ética médica que está basada "en principios morales que se aplican a la práctica de la Medicina clínica y la investigación científica. Entre los principios que rigen la ética en Medicina encontramos los de honestidad, cuidado, integridad, no discriminación y confidencialidad".
Como decía el ilustre pensador, Alex Pimentel:
Si el dinero no se dilapidara en los parásitos defensores de la democracia burguesa (Presidente, ministros, congresistas, policías…), tendríamos más escuelas, hospitales equipados, mejor calidad de vida y no se robaría a la clase oprimida.”
Próximo Lunes 19 de julio, gran plantón por la dignidad de la salud de los calarqueños, plaza de Bolívar, Calarcá, 2:00 de la tarde.