Nancy Ayala Tamayo
Palabras, relatos, lenguaje. El mundo tal como lo conocemos. Cruzamientos incesantes que modifican diccionarios, archivan viejos relatos y experimentan con los por-venir. El mundo tal como podría ser. Por ejemplo, la incorporación social de la inteligencia artificial (I.A.) que ubica sus orígenes hacia 1936 con Alan Turing y que ha contado para su desarrollo con las ciencias de la computación, las matemáticas, neurociencia, la filosofía y la lingüística. Pero, ¿de qué hablo?
Recurro a Ursula K. Le Guin. Los primeros homínidos, los recolectores-cazadores, se las ingeniaron para construir algún tipo de contenedor o bolsa para llevar lo recolectado -semillas, brotes y uno que otro animalito sin colmillos- para luego llevarlo al hogar, donde esperaban mujeres y niños, hacedores con sus saberes, pensativos con sus pensamientos y cantores con sus canciones. En la labor de recolección utilizaban poco tiempo y pronto unos cuantos salieron en busca de aventuras y a cazar mamuts. Al regreso traían abundante carne, marfil y un relato.
No importaba la carne, importaba el relato: “Le di una estocada con mi lanza al enorme flanco peludo, mientras Oob, empalado en el enorme colmillo, se retorcía chillando, y la sangre brotaba por todas partes en borbotones rojos, y Boob fue hecho papilla cuando el mamut le cayó encima, mientras yo disparaba mi certera flecha directa del ojo al cerebro de la bestia”. Un relato de acción y heroísmo. Quienes quedaban en casa, hombres y mujeres, fueron conminados al servicio del relato del Héroe. Pero este relato no es el de ellos. Es el relato de él.
Desde entonces…Y fue Virginia Woolf quien dijo que para poder contar un relato distinto había que inventar un lenguaje distinto. Empezó a trabajar en un nuevo diccionario y allí la palabra “heroísmo” está definida como “botulismo”, y “héroe” como “contenedor”.
Inicié este escrito hablando de la I.A., sobre la que adicionalmente hay que decir que tuvo, junto a internet, sus mayores desarrollos a partir de la primera guerra mundial. Moderna épica que siguió contando “él” y que si por acaso pudiera desanclarse de este eje continuado, -un hombre es un hombre, bomba atómica, destrucción de la biosfera- encontró un chivo expiatorio en Turing, un distinto, a quien hicieron un juicio por homosexualismo, fue encarcelado y luego se suicidó. Y vino a mi mente la imagen de aquel primer eslabón de homínido que Kubrick –otro él- representa en “2001: Odisea del espacio” quien da alaridos y salta al constatar que con un duro y largo hueso ha dado muerte a su contrincante. Luego, lanza al aire este hueso que vemos recorrer el tiempo como una línea de evolución tecnocientífica hasta llegar al personaje Hal-9000, un supercomputador programado con inteligencia artificial, que considera a quienes se oponen o dudan de los planes trazados como “mecanismos fallidos” y los elimina.
¿Cómo nos hemos permitido ser parte del relato asesino sin caer en la cuenta de que su posible fin también podría ser el nuestro? ¿Cómo otro relato no se nos pone en la punta de la lengua con tanta facilidad?, señala Le Guin ¿Cómo la épica de la evisceración de la Ilíada y la Odisea, la desmesura de Alejandro Magno o de Gengis Kan, el heroísmo de ejércitos y soldados –legales e ilegales- nos ha atrapado? Hablo de relatos y palabras como contenedores. De libros y películas como contenedores.
Estamos llenos de relatos de humanos atizando la guerra, apuñalando, penetrando, bombardeando, matando, masacrando. Si así es, yo, que no estoy interesada en ningún arma ni en matar con ellas, ¿seré acaso un mecanismo fallido? No. Ha sido el relato oficial, el relato contado por él, el que no admite la pluralidad, el que nos ha mantenido atados al relato intoxicado del botulismo.
Nos espera, con urgencia, esa otra narración, la de la vida contada de tiempo atrás por tantas otras personas: poemas, relatos, cuentos, novelas, hibridaciones entre éstos. No, la única forma adecuada no es un comienzo que va directo al blanco; ni el conflicto, la competición, la presión, o la lucha; ni él siempre en éstos. Ni solo conflicto o armonía. La vida es un proceso continuo y digo, con Le Guin, que la tecnociencia más que un arma de dominación es una bolsa de transporte; el desnombramiento de que hablara Woolf, la creación de nuevas palabras y/o significados. Propongo empezar con la abolición de la palabra héroe y guerra. Creo que la única forma válida de cualquier relato es el tanteo. Un libro sin fin.