Ahora que las encuestas ubican a Gustavo Petro con un 23,4% en la intención de voto de los colombianos, superando al resto de candidatos aspirantes a la presidencia de la República, según la Gran Encuesta del 2018 que Invamer realizó para Semana Noticias Caracol y Blu Radio, ha aparecido con inusitada fuerza el fantasma del “Castro-Chavismo”.
Se afinca tal señalamiento en acusaciones como la “cercanía de Petro con los ideales de Hugo Chávez” o el supuesto apoyo de Petro a la Asamblea Nacional Constituyente fundado en afirmaciones suyas como: “No creo que Venezuela sea socialista, ni creo que una economía pueda depender del petróleo sin fracasar, pero eso (La Asamblea) lo deciden los venezolanos”, a lo que se agrega que Petro le recordó a Santos que “Nuestra Constitución le ordena respetar la autodeterminación de los pueblos”. Es decir, los altoparlantes del miedo no tienen vergüenza en catalogar como negativo el mandato de nuestra propia constitución sobre la no intervención de un Estado en los asuntos internos de otro.
No obstante, alguna razón tienen quienes “argumentan” que un gobierno de izquierda en nuestro país nos catapultaría a la crisis, la violencia, la hambruna y la pobreza como en Venezuela. ¡Repito, en Venezuela! Muy poco se habla por ejemplo de los años de prosperidad en Bolivia, Ecuador, Uruguay, e incluso, la propia Nicaragua. Este silencio aplica el vergonzoso modelo que presenta la noticia según a quién afecta o a quién beneficia, exaltando lo que beneficia a mis correligionarios y minimizando lo que les perjudica, o al contrario, armando un escándalo mediático con las noticias que negativas de mis enemigos y soslayando los “errores” de mis amigos.
El “castro-chavismo” en el imaginario popular, impuesto por lo ideología de las élites gobernantes que usan este modelo, es sinónimo de lo peor que le puede suceder a una sociedad que se autodefine como avanzada, feliz, moderna y democrática como la nuestra.
Observemos entonces cómo se podría destruir esta sociedad “democrática”. Imaginemos por un momento que un gobierno de izquierda –dirigido por Petro– gana las próximas elecciones e inicia dos reformas básicas, como las siguientes.
1. Transitar hacia un modelo económico agrario y ambiental que permita el desarrollo integral de la industria. Es decir, desistir del modelo actual mono exportador de carbón y petróleo y narco latifundista, fundado sobre une economía rentista y no productiva.
En Colombia el mayor enemigo de una economía productiva está en el latifundio improductivo, dependiente de las rentas del carbón y el petróleo y, por extensión, de las actividades rentistasespeculativas urbanas y financieras, en la degradación de la estabilidad laboral y el salario, en la renuncia a la educación de la sociedad.
2. Sacar los recursos del ahorro obligatorio para pensiones y salud del control de los dueños privados de la banca. Es decir un sistema de salud y pensiones sin intermediación financiera que permita que el derecho sea primero que el negocio. En el caso de las pensiones crear un sistema de reparto simple, universal y solidario con un control o límite en los montos máximos de las pensiones y un sistema privado voluntario.
Pues bien, ¿imagina usted, amable lector, cómo reaccionarían las multinacionales, principales interesadas en el negocio minero-energético ?. ¿Ha repasado la reciente historia de “intervención humanitaria” de EE.UU en Irak, Irán, Libia y en general del Oriente Medio?-si quiere profundice un poco sobre la propia Venezuela-. ¿Ha observado cuál ha sido la reacción interna, del gobierno colombiano defensora de las multinacionales, frente a las Consultas Populares que rechazan la minería en sus territorios, en defensa del agua y de la vida?.¿Ha notado la carga mentiras, violencia institucional, violación de la ley y sabotaje a la iniciativa ciudadana?
¿Cómo reaccionarían –ya lo hacen– los grandes latifundistas, enriquecidos a sangre, fuego y desplazamiento ante una “reforma agraria”?. Los mismo que han dominado en el Congreso de la República –tendrá algo que ver esto con la violencia en nuestro país–?. ¿Cuál sería la reacción de esas élites acostumbradas, según Salomón Kalmanovitz, “En órdenes sociales de acceso restringido, como el nuestro,… a la violencia para imponer sus intereses, ya sea por grupos privados o el uso ilegítimo de la fuerza por el propio Estado”? (https://www.elespectador.com/opinion/el-orden-social-restringido-columna-734569).
Alguien me podría responder ¿cómo reaccionarían los dueños del Grupo Porvenir, de Luis Carlos Sarmiento Angulo, al desprenderlo de “la tajada de los ahorros” pensionales de los colombianos, que en el solo año de 2017 ascendieron a la suma de 208,7 billones de pesos con rendimientos de 4.4 billones y que tienen a la Asociación Colombiana de Pensiones y Cesantías (Asofondos), entidad privada, en campaña para elevar los niveles de cotización a pensionados, aumentar la edad de pensión y sacar del mercado a Colpensiones, entidad pública?.
Sabido es que Sarmiento Angulo utilizando su poder logró a través de Germán Vargas Lleras y al propio presidente Santos, (tramitar) normas como el decreto 1385 del 2015, que legalizó los autopréstamos con dineros de pensiones privadas administradas por el Grupo Aval y la Ley 1882 del pasado 9 de enero, que ordena pagar con dineros públicos a los financiadores de proyectos de infraestructura, aunque sus estructuradores sean declarados corruptos”. (https://www.elespectador.com/opinion/errores-de-calculo-y-corrupcion-columna-734306).
¡Cómo les parece un gobierno dañándoles este negocito!
No me vayan a decir que los narco latifundistas, las multinacionales de la minería y la mafia financiera de este país se cruzarían de brazos, que solo acudirían al Papa Francisco o a elevar plegarias al altísimo para que las mencionadas políticas progresistas de izquierdas – ni socialistas y menos aún comunistas- den marcha atrás. ¿Alguien podrá creer –fundando en nuestra propia historia– que unas élites acostumbradas a la violencia para imponer sus intereses a través de grupos privados o haciendo uso ilegítimo de la fuerza del Estado, recurrirían entonces a los procedimientos democráticos que tanto preconizan?.
Si se imagina que estoy delirando doy dos datos: haga un repasito de la historia de Colombia en el siglo XX. Por ejemplo, busque los orígenes de la masacre de las bananeras, averigüe a costa de quien defendía el Estado colombiano a la United Fruit Company. O haga un repaso de lo acontecido con la Reforma Agraria de López Pumarejo (Ley 200/36). Pero si le interesa una mirada más amplia, latinoamericana, recuerde lo que sucedió en Chile con el gobierno de la Unidad Popular de Allende(1970-73). O más reciente aún, vuelva su mirada a la misma Venezuela.
¿Acaso ha observado como los medios, que registran la actual crisis del hermano país, nada dicen de una oposición que defendiendo sus elitistas intereses económicos y políticos han saboteado y declarado “fraudulentas” todas las elecciones desde el ascenso de Hugo Chávez al poder, a pesar del reconocimiento internacional de su transparencia y legalidad? Y cuando haga tal ejercicio podría responder entonces si los responsables de la crisis, la pobreza, la hambruna y la violencia de un nuevo gobierno en nuestro país sería el “castro-chavismo”. ¡Que no nos crean tan idiotas!