Filósofo y docente. Sereno y moderado. Una breve descripción de Carlos Mario Álvarez Morales, alcalde de Armenia, quien dijo en innumerables ocasiones: sueño con una Armenia distinta. Y lo estaba logrando. Su estilo de gobernar; de acercarse a la gente, pese a su visible timidez; su forma de expresarse daban cuenta de que no era un político de esos tradicionales. No daba muchas vueltas en sus discursos y sus respuestas, aunque contundentes, irradiaban un aire pacífico y conciliador. Presentó un plan de desarrollo bastante ambicioso, aunque no imposible, y todo indicaba que haría de Armenia una mejor ciudad y sería recordado como uno de los mejores mandatarios.
Ese sueño comenzó a cumplirlo desde que llegó a la administración de Luz Piedad Valencia, primero como asesor social, luego como secretario de Desarrollo Social. Fue ahí cuando mostró las cualidades humanas que lo caracterizan con programas de beneficio para población vulnerable. Se dio a conocer como un hombre cálido y dispuesto al diálogo. Luego llegaría su gran momento.
En el 2015, último año del periodo de Luz Piedad Valencia como alcaldesa, se buscó un candidato que continuara con las políticas de la saliente mandataria. Carlos Mario aceptó y puso su nombre a disposición para la campaña a la alcaldía de Armenia. Bajo el manto del partido Liberal y con la bendición de su jefe política salió de frente a conseguir el favor del pueblo.
Lo consiguió. En octubre de 2015, con más de 70.000 votos, fue elegido como el hombre que regiría los destinos de Armenia, y, para él, la continuación de su sueño. Desde el puesto más importante del municipio implementaría sus políticas para la transformación de la capital quindiana. Siendo una persona muy sensible, y con la formación propia de un pensador, se mostró preocupado por los altos índices en Armenia de drogadicción, embarazos adolescentes, hurto, suicidios y un largo etcétera que serían enfrentados con las políticas de un hombre que en cierto momento se llegó a comparar, por compartir estilos similares, con Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín.
En el 2016 rompió relaciones con Luz Piedad y allí comenzaría otro capítulo. Tanto en lo político, como en lo administrativo Armenia sufrió otra disputa entre dirigentes. Las irregularidades del mandato anterior se comenzaron a hacer evidentes gracias al accionar del alcalde. Él estaba pagando el precio para ver cumplido su sueño. Promulgaba una forma de gobernar transparente y honesta. Pretendía enviar un mensaje positivo a la ciudadanía y su deseo de ver a Armenia progresar se estaba haciendo realidad.
Sin embargo, su sueño se tornó en una pesadilla; como cuando dormidos soñamos con algo agradable para terminar presos del pánico por el cambio súbito de hechos y miedos que nos persiguen, y despertamos con la angustia de lo que acaba de crear la mente.
Hoy está privado de su libertad. Cayó repentinamente del cielo al infierno cuando contemplaba el fruto de su trabajo al iniciar el tercer año de su gobierno, anunció decenas de obras que cambiarían definitivamente a la ciudad.
Sus intenciones no fueron malas. Su estilo era el adecuado más no contaba con que esa forma vieja de hacer política, esas mañas politiqueras, esa sucia costumbre de amarrar candidatos lo alcanzara.
El alcalde tendrá que enfrentar un juicio desgastante, seguramente largo y fatigoso. El infierno que vive ahora es más real que nunca, porque pudo continuar siendo un asesor o un secretario o un docente; pero sus buenas intenciones hicieron que quisiera llegar hasta lo más alto para luego quedar inmerso en las más profundas tinieblas que suceden en las más aterradoras pesadillas.