Señor
Iván Duque Márquez
Presidente
República de Colombia
E.S.M.
Cordial saludo,
Dirijo a usted esta misiva convencida de vivir en democracia.
Usted asumió la presidencia respaldado por 10.373.080 colombianos que depositaron un voto de confianza en su programa de gobierno, o en sus promesas de campaña. En esas mismas elecciones, las de segunda vuelta, 8.034.189 votantes expresaron su inconformidad con sus banderas políticas, al depositar su voto de confianza en el candidato opositor Gustavo Petro.
A esas voces ciudadanas se han unido otras, desde distintos grupos y movimientos políticos, que siguen con atención sus decisiones de gobierno. Saben del crucial momento histórico que atraviesa el país, ansioso de salir, por fin, de más de medio siglo de guerra fratricida.
Sin embargo, observan con inquietud los giros y acomodaciones que pretende hacerle, a través de las seis objeciones a la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, a un acuerdo logrado después de cuatro años de negociaciones con las Farc, hasta ese entonces la guerrilla más antigua del continente americano, ahora, en tiempos de paz, convertida en partido político.
Un acuerdo que si bien ustedes, desde su partido Centro Democrático siempre objetaron, quedó refrendado en el Teatro Colón, en Bogotá, luego de que las partes implicadas admitieran las objeciones hechas por su partido, ante el lánguido y cuestionado triunfo obtenido en el plebiscito.
Ahora, desde su silla presidencial, usted pretende desoír las voces de esa otra mitad de colombianos que dijeron “SÍ” a los acuerdos de La Habana. A quienes prefieren saber que hace más de cinco años no hay una sola toma a poblaciones, a las que ustedes, como Estado, solo llegaban también con los fusiles al hombro, y no con bibliotecas, maestros, médicos, enfermeras, medicinas, juegos, energía eléctrica o solar, agua potable, es decir, con posibilidades de desarrollo económico, social y productivo de sus habitantes.
Por eso, señor presidente, esa otra mitad de colombianos espera que su voz, que sus votos también sean respetados y escuchados, y que en su mandato encuentre la manera de sostener el Acuerdo de La Habana, como una garantía de paz en el país de todos los colombianos.