lunes 19 May 2025
Pico y placa: 5 - 6

Día del Campesino

6 junio 2021 11:21 pm
Compartir:

Elizabeth Pérez Pérez
 

Los tiempos cambia. Estamos en pandemia. Llevamos año y medio resguardados en las ciudades, rodeados de una ruralidad que la mayoría ciudadana desconoce. Y, sin embargo, las ciudades no serían viables sin el trabajo diario de los campesinos.
 

Desde http://www.vocesdelcampocolombiano.com queremos enviarle un caluroso saludo y reconocimiento muy especial a nuestros campesinos, hombres y mujeres que nos sustentan en esta lucha diaria de vivir.
 

La celebración del Día del Campesino en Colombia, según el Decreto 135 de 1965, fue establecido el primer domingo del mes de junio. Sin embargo, los tiempos cambian. Ahora es posible incluso celebrar durante todo el año el Día del Campesino. A la final, la fecha no es tan importante como la labor que realizan.
 

Esta fecha la destaca el Ministerio de Cultura que, en su página web, a la letra, dice: "En esta fecha se reconoce la labor de las y los campesinos de Colombia en el desarrollo económico del país, la seguridad alimentaria y la preservación de las tradiciones culturales del área rural de Colombia".
 

Vea más en este enlace:
https://mincultura.gov.co/areas/poblaciones/conmemoraciones/Paginas/2-de-Junio— D%C3%ADa-Nacional-del Campesino.aspx#:~:text=2%20de%20Junio%20%2D%20D%C3%ADa%20Nacional%20del%20Campesino

 

Quiero aprovechar esta fecha conmemorativa para insistir en la propuesta que planteé en la columna publicada el 11 de junio de 2019 en el diario digital www.elquindiano.com, que republico de forma textual en este espacio abierto para visibilizar la labor del campesinado en el país:
 

Desde 1965, el primer domingo de junio de cada año está dedicado a celebrar el Día del
Campesino en Colombia, una cultura rural que, a fuerza de la guerra y la expropiación, disminuye a pasos acelerados. Sin embargo, aún es tiempo de hacer algo. Las preferencias ciudadanas deberían volcarse a los campos. A volver a vivir en ellos. A apropiarnos de nuevo de las tierras y los territorios que nos pertenecen, y de los que millones de campesinos colombianos fueron expulsados a la fuerza.

 

Y en los que ahora, aún más inconcebible, por obra y gracia de acciones políticas inadecuadas, entregan sin compasión a empresarios y compañías multinacionales para explotar otras riquezas, que, a la vuelta de unos años, nos dejarán ver el desierto en que quedará convertido este paraíso verde, admirado por cuanto turista extranjero llega a visitarlo.
 

En lugar de estar en sus labranzas, los campesinos sin tierra deambulan por las ciudades de Colombia como expatriados en su propio país. Hacen parte de los más de siete millones de desplazados forzados que tiene en sus registros la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas.

Viven lo que el poeta Juan Manuel Roca ha nombrado como el ‘insilio’, esa situación de vivir y sentirse como extraños en la nación que les otorga ese derecho inalienable para todo ser humano: una nacionalidad. País en el que a la vez son alejados, por la fuerza del terror, de sus territorios. De ese lugar donde están sus arraigos, sus quereres, sus sentires, sus conocimientos y sabidurías.
 

Llegan despojados de todo bien material, con solo la vida entre sus manos, a ciudades en las que nadie los conoce, y tampoco conocen a nadie. En las que la vida se tasa en monedas y billetes, y no en semillas, aguaceros, sol, labranza, frutos, cosechas, que era el mundo en el que vivían.
 

Y el desarraigo se profundiza día a día. Ignoran cómo ‘sembrarse’ en ese nuevo espacio al que han llegado. Anhelan, sueñan con volver a su tierra, al campo. Pero les está vedado. Las armas que esgrimen unos y otros, de diferentes bandos, aún se los impide. Sin embargo, esta es la tarea por hacer para alcanzar una Colombia en paz.
 

Repoblar los campos. Volver a sembrar maíz, frijol, arveja, chía, amaranto, quinua, zanahorias, papas, lechugas, frutas, en fin, toda esa riqueza que prodiga la tierra cultivada.
 

¡Ah! Que deben variar las condiciones de cultivo y comercialización, dicen unos. Sí. Así lo reclaman los campesinos, porque allá en los campos también hacen falta monedas y billetes, pero de una manera diferente a la de las ciudades.
 

Es posible pensar que en las mesas de los colombianos volvamos a servir productos agrícolas cultivados en nuestros campos, por nuestros campesinos. Y no importados, en su mayoría, como sucede en la actualidad. Ojalá sea posible la utopía de repoblar los campos colombianos.
 

Por eso, en este nuevo mes de junio de 2021, mes de pandemia, de protestas y bloqueos, exalto de manera especial al campesinado colombiano. Y reiteró la invitación de volver a los campos, aunque ahora solo sea posible como visitantes, como turistas que llegan a conocer y explorar ese país desconocido. Tal vez, algún día, sea posible que esos millones de campesinos desplazados a la fuerza puedan regresar a sus tierras.

Te puede interesar

Lo más leído

El Quindiano le recomienda