Hablemos sobre el buen vivir

21 octubre 2017 1:14 am

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“Que todas vayamos juntas, que nadie se quede atrás, que todo alcance para todas, y que a nadie le falte nada”.

Frase de los abuelos y las abuelas del pueblo Aymara

 

Algunos de los pueblos ancestrales comprendieron que la vida de cada individuo representa solamente un ciclo dentro de una infinidad sucesiva de ciclos, de generaciones y generaciones de seres que están interrelacionados y son interdependientes. Proponían vivir en armonía con su entorno pues se consideraban hijos y hermanos de la naturaleza, no dueños de ella. De este principio parte la filosofía del Buen Vivir, como un pensamiento que pasa a la acción mediante la organización comunitaria.

Desde los pueblos originarios de los Andes y la Amazonía, nos proponen descentrarnos del Yo individual, competitivo y egoísta que es el eje de la sociedad actual, para pasar a crearnos en el Nosotras. Un Nosotras que implica la vida en su plenitud y en todas sus formas. Así el concepto de comunidad, no se refiere solo a los humanos, sino a todos los seres del cosmos y a la Pacha Mama. El Buen vivir o Suma Kawsay, en Aymara, es una Pensacción (esta palabra no existe en el rigor de nuestra lengua, pero me parece que debería existir, la defino como pensamiento + sensaciones + acciones todo en un mismo estado de ser. Definición Mercy Rojas) de resistencia, búsqueda, armonía y equilibrio.

Si el ser humano se realiza en la interrelación con sus congéneres y con la naturaleza, lo que nos plantea la filosofía del Buen Vivir es un cambio de paradigma. Al pensarnos y actuar como comunidad, al sentirnos naturaleza, entramos en una relación horizontal y no jerárquica con los otros seres, lo cual quiebra el principio de la Razón por encima de la Naturaleza, principio que ha estructurado a la sociedad occidental en toda su historia. Esto conlleva a que humanos y naturaleza sean tomados como sujetos de derechos por igual. Darle categoría de sujeto de derecho a la naturaleza, significa que se respete la capacidad de sustento y regeneración de los ecosistemas. Este postulado se recoge ya en las constituciones de Bolivia y Ecuador.

Entre los analistas jurídicos que proponen reconocer derechos a la naturaleza se encuentran Cristopher Stone (EEUU) y Godofredo Stutzin (Chile), ambos pensadores coinciden en que el debate de otorgarle derechos a la naturaleza esta en relación con la necesidad de aproximarnos a una visión holística y eco céntrica que reconozca el valor de la naturaleza y la finitud de sus recursos. Pero, si bien la naturaleza debe ser respetada por su finalidad de mantener la vida, también es cierto que en derecho “la naturaleza y los animales no pueden ser considerados ni como agentes morales ni como sujetos de derechos dado que no son capaces de actuar de manera recíproca”, es decir, no pueden asumir deberes.

Sin embargo, considero que el reconocimiento constitucional de la naturaleza como sujeto de derechos tiene un poderoso efecto simbólico que podría producir que los jueces y administradores públicos, así como, la ciudadanía otorguen mayor visibilidad y fuerza a nuestras responsabilidades éticas y deberes jurídicos con la naturaleza. E impulse el cambio al paradigma civilizatorio del Buen vivir que nos proporciona nuevas herramientas tanto legales como filosóficas para enfrentar la crisis ambiental en que estamos sumidos.

 

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