Amar demasiado

3 noviembre 2023 4:38 am

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Por: Laura García

Me desvivo por el tacto de un ser humano, las palabras llenas de miel que cubren el cuerpo, los gestos de amor que brotan desde el desinterés y los besos que recubren la eternidad. No me interesa pensar en el después de estos actos, poco o nada me inquieta el fin cuando estoy en el clímax de mis emociones. Amo demasiado: mi corazón parece ir en una carrera con mis órganos para ver cuál de ellos funciona más rápido, mi lengua no se sincroniza con mi cerebro para emitir un te amo y mis dedos no conocen la quietud cuando de las caricias se trata.

Los límites no existen cuando brota el enamoramiento. Así que cuando se trata de ello, no pienso, actúo. Mi primer romance tardó solo quince días en gestarse que, para final de mes estaba con la etiqueta de «novia» mientras él y yo nos decíamos cuánto nos amábamos ocho veces en un día. La amargura no me era posible, en mi diccionario poco espacio había para el no así que nunca lo usaba. Quería seguir ahogándome en un mar de obsesión que yo misma creé: seguir al lado de alguien que ya no gustaba de mí solo por ese terror a no contemplarme en soledad.

Cuando estoy enamorada todo se reduce a quien amo. Mis conversaciones se remontan a hablar sobre un suceso que involucre a la persona, mis gestos sólo piensan en complacerle, mis ideas se diluyen conforme voy percibiendo la vida mediante otros ojos. No soy nada cuando de amar otro ser se trata. Sé que amo demasiado y que soy tan sensible que, hasta el más mínimo acto, me desarma.

¿Cómo se deja de amar con tanta intensidad? No hay fórmula, manera o ecuación para que eso suceda. El amor es un ejercicio sencillo: tan sólo basta con la reciprocidad, la comunicación y un eterno diálogo que permita que todo desemboque en una serie de detalles que hará que todo sea llevadero y duradero. No quiero explicar el amor, sólo exponer lo que causa en mí.

«Amar no es suficiente, se necesita mucho más» es la frase que repiten quienes están en sus cinco sentidos cuando aman. Me digo que es verdad, que son necesarias más cosas para que el amor florezca, pero me es imposible no pensar que me basta con él para sobrevivir ante el mundo que es hostil. Fantaseo con disfrutar de la eternidad con alguien, el conformar un pequeño lugar que sea nuestro refugio, levantarme todos los días al lado de alguien para desearle los buenos días y con el ritual del casamiento que tenga lugar en el Caribe. A veces esas cosas me bastan, me parece suficiente amar.

Aunque el amor no sólo está en compañía sino en el espacio que se habita al lado de una amiga, tomando chocolate con leche en un día frío, leyendo, sintiendo la arena en los pies, comiendo mandarina o escuchando los ronroneos de una felina. Sí, ese lugar común de que está en todas partes es cierto y me rehúso a creer que no. La sensibilidad que me atraviesa hace que cualquier cosa se sienta de manera intensa que, por eso sigo pensando que ser una mujer que ama demasiado es un acto bello.

El amor me deja inmune, no existe otra cosa que cobre más significado que cuando amo.

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