Hombre, Maruniel

12 noviembre 2021 12:13 am

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Por Café

“Usted es un mal hombre, sin nombre, señor…” usted es un ser lleno de odio desde los tuétanos hasta el último poro. Pero me pregunto: ¿por qué soy yo el barranco de descargar la porquería que hay en su alma?

Le diré algo, señor: soy un pobre vergonzante, no tengo donde caerme muerto, mi único capital lo constituyen mi celular y un computador no tan inteligente como usted. Sin embargo, con tan poco menaje supero las amarguras de mi vida incluyendo las que me produce su irracional obsesión de matricularme en las filas de un señor a quien su cerebro convirtió en paranoia. Supongo que lo ve hasta en la sopa, en sueños, en la tele, en las redes… esa imagen lo enferma y le hace ver enemigos donde antes hubo serenas y gratas amistades.

¿O ya olvidó nuestros periplos musicales y deliciosa bohemia con Gloria y Yolanda, con Oswaldo y Álvaro, cosechando aplausos y haciendo soñar a multitudes congregadas en torno a la emoción indescriptible de un tango cantado con toda la bravura y la nostalgia propias de nuestras mejores voces? Creo que sí olvidó eso y, además, creo que no soy la única víctima de su ego que lo ha llevado a traicionar a quienes alguna vez lo tuvimos en muy alta estima.  

Por más vueltas que le ha dado al rollo donde tengo esos recuerdos y otros igual de gratos, no encuentro ni el motivo, ni la causa, ni la razón del virulento odio que usted destila por alguien tan insignificante como yo. Por lo que vislumbro en sus venenosas réplicas, ese malestar nace de su estúpida y morbosa idea de que soy uribista, título que no comparto por una simple razón: no creo en el señor que su exquisita inteligencia me endilga como caudillo, ni en ninguno, lea bien, ninguno de los cuello-sucios que pretenden subir al poder para prolongar con más refinamiento su arte de saquear el erario que tantas lágrimas le cuesta al sumiso pueblo colombiano. Los políticos no legislan ni gobiernan. Solo hacen negocios. Torcidos todos. Lo vemos a diario.

Usted, en su torpe manera de pensar -subyugado por ideologías anacrónicas, dado que no tiene capacidad de discernir por sí mismo- le adjudica ese molesto adjetivo a todo aquel que no piense como la mamertocracia colombiana, de la cual usted es miembro muy selecto. Ha ingresado, hombre Maruniel, al sanedrín del odio contra el creador de las “convivir”. Está en todo su derecho. ¿No le parece que lo lógico -en su caso- es que descargue toda esa desquiciada animadversión contra el sujeto de sus pesadillas y no contra quien esto escribe que, entre otras cosas, no le ha faltado al respeto a usted, ni lo ha escarnecido como hace usted conmigo? ¿Qué le debo?, ¿en qué le falté?

Y, ¿sabe qué es lo peor de esto? Que en el siglo de la tecnología y los avances sociales y científicos todavía existan fanáticos sectarios irracionales como usted, señor. Por una sospecha propia de un insensato, tengo que cargar con su odio y su literatura ofensiva que abusa impunemente de las libertades que a todos nos otorga la carta que nos rige. Sus problemas con Uribe resuélvalos con Uribe. No conmigo. Además, dígame, ¿a usted quién lo nombró censor para reprobar el pensamiento ajeno y posar de quintaescencia del periodismo?

Y, por último, si piensa echar mano para atacarme de manera innoble, de los aguardientes que bebí en mi juventud, pierde el tiempo. Con usted y con el grupo compartí bastantes. Y con colegas que hoy esconden el bulto. No me arrepiento. Y por si aún no está enterado, la borrachera se me pasó hace muchos, pero muchos años. En cambio a usted el odio y el sectarismo lo acompañarán por el resto de su vida. Lamento, de todo corazón, que ese Maruniel que conocí hace años y con quien compartí largo tiempo, no sea la persona ejemplar que aparenta ser.

La Tapita: Hombre, Maruniel, reciba un consejo: como yo solo escribo babosadas, ¡no me lea! Sea honesto con su conciencia y no le agregue a sus muchos defectos, el de masoquista. Respétese usted, ya que no lo hace con los demás.

 

 

 

 

 

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