HOMENAJE PÓSTUMO
La siguiente fue la última columna de opinión escrita por el periodista Hugo Cardona Fernández, ‘Pildorita’, (Dic-2021) que envió a EL QUINDIANO, con el seudónimo de Café. Huguito murió el pasado viernes y fue sepultado este sábado en Armenia.
En modo Navidad
Por Café
Qué pereza hablar de política, leer mamotretos sobre salario mínimo y sus consecuencias, informes amañados sobre covid y vacunas, el circo político de pactos histéricos, alianzas verdes con azules y rojos estilo arco iris, atracos, carestía, Uribe, corrupción, Petro y todo lo catastrófico que los medios suponen de interés para el público.
Salir de ese berenjenal alienante es saludable. Basta con ponernos en modo Navidad y disfrutar el gozo que su magia trae para quien sepa encontrarlo en todo lo que nos rodea. Hasta en los malos momentos. Para empezar, una dosis de tradición. En muchos hogares se cumple con el rito y la devoción de rezar la Novena de Aguinaldos, dedicada al Niño Dios. Ese mismo que aún reside en nuestro interior, aunque el tiempo se haya encargado de desvelar su identidad secreta. Después de leer la columna de Armando Rodríguez sobre sus deliciosas e inolvidables navidades, toca agregar este ingrediente para escaparnos de la -a veces- amarga realidad. ¿Qué tanto sabemos de esa devoción?
Las redes nos traen este relato: “El origen de esta tradición se dio en 1743 cuando el sacerdote ecuatoriano Francisco Fray Fernando de Larrea decidió escribir un texto único para la época de fin de año por petición de Clemencia de Jesús Caycedo Vélez, fundadora del Colegio de La Enseñanza en Bogotá. El original contenía 52 páginas, se publicó por primera vez en 1784 y fue impreso por Antonio Espíndola. Con el tiempo el texto se redujo para hacerlo más práctico”. Así se rezó durante más de un siglo.
“En 1886 la madre María Ignacia, religiosa, poeta y escritora bogotana, la modificó y agregó los gozos. Actualmente durante los nueve días se repiten algunas plegarias, sin embargo, las consideraciones diarias cambian”. Aunque la Iglesia modificó los textos para cada día haciéndolos más acordes con los tiempos modernos, millones de familias aún se aferran a las consideraciones tradicionales que narran, paso a paso, el periplo de José y María rumbo a Belén. Los textos viejos tienen más apego a la tradición navideña. Los nuevos tienen cierto tinte ideológico por su constante referencia a la paz. Y esa politizada palabra ya sabemos qué papel desempeña hoy en la vida de Colombia, como manzana de la discordia entre diestros y siniestros.
Además de esta tradición, hasta no hace muchos años se armaban reuniones de familiares y amigos para compartir delicias típicas de navidad: buñuelos, natilla, empanadas, tamales, lechona, galletas, vino y, claro, otros espirituosos más fuertes. Y es aquí donde el presente siente enorme envidia del pasado. Rodríguez Jaramillo resalta en su columna la abundancia de esas viandas tradicionales.
Me consta que eso fue así. También nos tocó recibir y llevar platos de natilla con buñuelos, dulces, galletas Caravana y el vino Moscatel. Pero hoy… qué pesar. Mejor recordemos el estribillo de “El arruinao”, canción decembrina de Gildardo Montoya: “Qué bueno de eso pa’ comer con eso, cómo es de bueno eso con eso”. Muchos colombianos hoy no tienen de eso. En este país, “el arruinao” es el pueblo. Ahora mismo millones de hogares quisieran hacer natilla pero qué pena no hay leche y tampoco panela. Otros anhelan armar unos buñuelos caseros pero lástima que no se consigue queso y el aceite está por las nubes para las clases populares. No así para quienes gozan de mejor condición económica. Pregunto ¿no fue así cómo empezó Venezuela? Algo nos dice que hacia allá vamos. Mejor dicho, ¡ya llegamos!
La hermana mayor, experta en preparar los mejores tamales de la cuadra, se quedará vestida y alborotada porque la carne del “marranito que habían comprado desde noviembre para engordar” está inalcanzable y para mayor desgracia, no hay maíz y los huevos se treparon gracias a los dirigentes de los paros más perversos que se hayan vivido en el país. Don Maltés, don Orjuela, don Fecode Alarcón y otros malvados, como los creadores de impuestos con Duque a la cabeza, son El Grinch de esta y de muchas navidades venideras.
Pero no todo es pesimismo ni desconsuelo. El pueblo verá que al menos los políticos, sus amos eternos, sí tendrán opípara nochebuena y generosa Navidad. Como dios manda. ¡Qué alegría!
La Tapita: Debo confesar que me gusta Rodolfo para guiar este carro, porque tiene carisma, don de mando y una larguísima experiencia gracias a las muchas navidades que ha vivido. Es que Rodolfo sí sabe para qué sirve la enseñanza de los años. Por eso, apoyo a Rodolfo y creo que tiene la energía suficiente para estar al frente.
- Perdón, ¿entonces usted votará por el ingeniero Rodolfo Hernández en las elecciones por la presidencia?
- No, señor, hablo de Rodolfo, el reno favorito de Papá Noel.