Acá en esta empresa
donde los árboles del parqueadero
parecen haber sido hechos
en moldes de gelatina.
Acá en este cubículo que hace homenaje al cuadrado.
Acá en esta construcción a la eficiencia,
sin círculos ni curvas
que sustraigan al pensamiento
contenido en una cuadrícula de desempeño.
Acá trabajo,
sentado entre otros como yo
en una oficina de plástico,
en una mesa plástica,
en un Dell de plástico,
en el que me reflejo:
el número 402909,
impreso es una tarjeta plástica,
cuelga de mi cuello y garabateo
estas palabras con un lapicero plástico.
El reloj anuncia la hora del almuerzo
camino alineado en una fila
a la cafetería de sillas plásticas
sacó la comida,
quito primero el recubrimiento
plástico que la envuelve,
luego la filmina
plástica que la mantiene caliente,
como un estofado que sabe a plástico,
a ningunas manos,
a ningún hombre,
a ninguna mujer.
Cuando éramos un par de cavernícolas,
si la temperatura se elevaba reposábamos en la cueva,
en el rincón acolchado de esterillas.
En el invierno, cuando las temperaturas congelaban hasta la médula, nos echábamos junto a la fogata,
tú hacías amor
ropa con las pieles de la caza,
yo asaba un pedazo de chigüiro sin trocear sobre las llamas,
y los niños hacían ábacos con vértebras,
pero sintetizamos moléculas de fenol y formaldehído
y ahora en esta temporada de lluvias
llevas un bonito
impermeable plástico amarillo
con el que cantarás bajo la lluvia
hasta la siguiente estación.
Nuestros hijos poco a poco se han ido volviendo criaturas de plástico.
Les retiramos de su espectro los balidos,
y ahora para quedarse dormidos cuentan
ovejas de plástico que saltan una cerca.
Un caldo de polímeros alimenta la muerte de las gaviotas,
y en ese mismo cementerio acuático de plástico amor,
chapoteamos, nos amamos, miramos hacia futuro.