Tal como lo estableció el código de Hammurabi el cual impartió justicia en tiempos de la antigua Mesopotamia según escritos que datan del año 1750 a. c. la famosa y reconocida “ley del talión” era la encargada de regir un principio de justicia retributiva en el que la norma imponía un castigo que se identificaba con el crimen o falta cometida, obteniéndose la reciprocidad. El término "talión" entiéndase saldada la falta hacia la sociedad buscando asemejar o equiparar sus repercusiones contra el señalado o acusado. Esta introducción nada más que para contextualizar la actual situación administrativa del departamento del Quindío. Con un escenario vergonzante y confuso frente a la gestión de algunos ex funcionarios hoy candidatos al Congreso de la República que por cuestiones éticas y políticas deberían replantear seriamente sus aspiraciones para representar a los quindianos en los escaños de senado de la república y cámara de representantes respectivamente. El ambiente entre los ciudadanos nunca fue tan pesimista y desalentador, una campaña enrarecida entre los ataques, escándalos, escepticismo, desinformación, la poca participación espontánea del pueblo y las puestas en escena poco improvisadas y en ocasiones casi circenses de los actores en contienda quienes han perdido gran parte de la credibilidad por parte del electorado. A excepción de una o dos propuestas serias y comprometidas con los intereses generales las listas aspirantes están plagadas de vanidades personales, padrinismos, negocios a mediano y largo plazo así como acuerdos de reciprocidad de cara a las elecciones locales de 2019 la falta de garantías que tenemos los quindianos para las legislativas del 11 de marzo próximo nos debe llevar a dos conclusiones básicas pero que a su vez sin pensarlo pueden llegar a ser las más acertadas y efectivas. Aplicar la ley del talión electoral la cual denominare “Voto por voto, diente por diente” las únicas armas que tenemos para defendernos y resarcir tanto cinismo, descaro, abuso y aprovechamiento público de parte de quienes se creen dueños y señores de la voluntad popular son nuestra conciencia y el voto democrático. No reincidir en los errores del pasado, por culpa de nuestro abstencionismo, credulidad y falta de pensamiento crítico hemos perdido representatividad a nivel nacional, peso político, oportunidades de crecimiento en todos los ámbitos e inversión desde el orden nacional. Parece un cliché cada que hay elecciones no entendemos que tenemos la solución en nuestras manos al marcar el tarjetón y depositarlo en la urna, cuando tomamos la decisión de confiar en quienes no merecen nuestra confianza y cercenamos la oportunidad de llegar a personas integras, decentes, capaces y sin cuestionamientos de carácter público, Así como hemos sido los culpables de tantos años en el anonimato político también podemos convertirnos en los gestores de un nuevo ajedrez electoral. No todo es malo hay nombres interesantes, capaces, idóneos en la contienda para asumir la responsabilidad de dirigir los cambios estructurales que necesita el honorable congreso de la república. Seamos coadyuvantes de este proceso y no cómplices de los que nos hacen quedar mal a nivel nacional y regional para que sigan disfrutando las mieles del poder. Devolvamos a ellos y ellas la indiferencia con la que han regido nuestros destinos. De esa importante decisión depende vislumbrar un nuevo comienzo los cimientos de una sociedad que se cansó de los escándalos, los cuestionamientos y la demagogia populista. Esa quimera caudillista que caracteriza a los enfermos por el poder.
Vote por el candidato de su preferencia, pero vote por gente decente.