Definitivamente sí, somos un país de doble moral, que se escandaliza con la corrupción de las altas cortes pero se salta los puestos en las filas, parquea en lugares prohibidos y compra a los agentes de tránsito.
Recientemente uno de los tradicionales partidos políticos del país proclamó un manifiesto que debe ser suscrito por sus precandidatos presidenciales para que en nombre de esa colectividad puedan aspirar al primer cargo de la Nación. Dicho manifiesto está dirigido a la defensa y apoyo incondicional de las minorías, especialmente a las de la comunidad LGTBI, a la entera implementación de los acuerdos de paz del actual gobierno sin reparo alguno y muy particularmente el manifiesto también se refiera a que las convicciones religiosas de cada precandidato no tengan exteriorización. Todo esto lo declara el partido en nombre de la democracia sobre la cual está fundada Colombia. De este manifiesto supo la opinión pública porque una de las personas que aspiraba llegar a la presidencia en nombre de su colectividad, rechazó rotundamente firmarlo, por lo cual el manifiesto llamó mucho mi atención, particularmente porque no logro entender cómo en un Estado como el nuestro que reconoce las libertades del individuo y garantiza la no discriminación, una organización política pretenda censurar las convicciones religiosas de sus ciudadanos, entonces viene a mi mente que el actual presidente fue precisamente el candidato del partido que ha expedido el citado manifiesto, quien en su primer campaña dijo: “Tengo lo que no tiene Mockus: creo en Dios”, lo que muy seguramente le sumó votos. Debo decir que en dicha expresión no hay nada de malo, pues ya mucho se nos ha pregonado que en cuestiones tan personales como las religiosas somos ‘libres’ de creer o no creer en algo o alguien y por ello no podemos ser molestados, razón por la que Santos, en ese entonces candidato no fue condenado por decir abiertamente que creía en Dios, añadiendo que ese era su plus respecto de su rival más directo. Ya en la presidencia y teniendo en marcha el Proceso de Paz con el apoyo de la llamada Unidad Nacional de la cual hace parte el partido del manifiesto, nuevamente Santos en un legítimo proceder, acude a la exteriorización de sus convicciones religiosas dentro de su plan de gobierno, invitando a la Iglesia Católica y al mismísimo Papa Francisco para que hicieran parte del proceso, de hecho, el mes pasado el máximo jerarca de dicha iglesia estuvo en nuestro país, visita auspiciada por el Gobierno y en la que respecto al Acuerdo de Paz, el Papa confirmó su apoyo a Colombia. Reitero, no le veo nada de malo, me encanta ver materializada nuestra Constitución que permite libertad de conciencia, libertad de cultos, libertad de expresión, pero desapruebo que políticamente esto sea utilizado de manera amañada ya que no puede dejarse pasar que el manifiesto más allá de hacer declaraciones de ideologías del partido es también una formar de prolongar la alianza política para la continuidad de la gestión del hoy presidente, sin embargo, si el manifiesto se hubiera promulgado cuando él era candidato, ni siquiera él mismo no lo habría podido firmar, porque claramente tanto de candidato como de presidente ha exteriorizado sus convicciones religiosas. Definitivamente sí, somos un país de doble moral, que se escandaliza con la corrupción de las altas cortes pero se salta los puestos en las filas, parquea en lugares prohibidos y compra a los agentes de tránsito.