El 10 de diciembre fue el Día Internacional de los Derechos Humanos, fecha que la ONU estableció para promover y difundir los valores propios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los cuales además, han sido acogidos en las legislaciones internas de los estados miembros de Naciones Unidas como es el caso de Colombia, quien los ha incorporado a su Constitución y por ende debe ser parte de las formas de Gobierno, sin embargo, a juzgar por las cifras, pareciera que no contáramos con herramientas y garantías legales de los derechos humanos.
Basta con saber que Colombia ocupa el puesto 12 de 168 países en desigualdad en el ingreso, acceso a la educación y la salud entre hombres y mujeres. Y como si esa cifra no fuera ya lo suficientemente deshonrosa, les cuento que ocupamos el segundo puesto de desigualdad en América Latina.
A lo anterior sumémosle que en lo corrido del 2017 han asesinado a más de un centenar de líderes sociales y defensores de derechos humanos, pero aun así seguimos creyendo que nuestro sistema es mejor que los de algunos vecinos y pensamos que lo realmente grave sería no encontrar papel higiénico en los supermercados, a propósito, de acuerdo con el informe de desigualdad de una organización de PNDU, Venezuela en el ranking de los 168 países ocupa el puesto 79, evidentemente ya hay algo en lo estamos peor que esa nación.
Lastimosamente la situación actual de los derechos humanos en Colombia dista mucho de la que se esperaría de un país democrático, participativo, pluralista y en etapa de posconflicto, etapa en la que paradójicamente los defensores de derechos humanos han sido más amenazados, perseguidos y asesinados.
No podemos ser indiferentes con aquellos que luchan en contra de la injusticia social, porque velar por quienes nos defienden es también una manera de impulsar los procesos democráticos.
No es secreto que los defensores de derechos humanos tienen muchos obstáculos para acceder a medidas de protección cuando se encuentran en situación de riesgo, en cambio, muchos de los que han desangrado al país cuentan con exorbitantes esquemas de seguridad.
Casi nadie escandalizado con las muertes de nuestros defensores, ni siquiera a las autoridades, a diario matan o amenazan a líderes, reclamantes de tierras, activistas, etc., pero no ello parece no preocuparnos.
Es preciso adelantar esfuerzos para la protección de nuestros líderes sociales, al fin y al cabo son ellos quienes en su día a día adelantan procesos de construcción de paz, la cual no alcanzaremos si siguen siendo asesinados de manera sistemática y despiadada frente al silencio de todos nosotros.