Empecemos diciendo que los encuestadores o firmas que realizan las consultas tienen sus apetencias políticas. Ellos y ellas no dejan su ideología en la casa cuando salen a realizar su trabajo.
Algo parecido a la frase que tanto hace carrera después del resultado de una votación: El que escruta elige.
Pero supongamos que haya encuestadoras muy ecuánimes y que actúan con la mayor objetividad. La idea de este comentario no es poner en duda la veracidad en la confección y resultado de las encuestas, sino cómo estas se convierten en un poder de manipulación sobre la mente o masa colectiva de la población. En la mente y el sentimiento de los pueblos ya quedan estampados los primeros elegidos después de las primeras encuestas. Constituyen la verdadera primera vuelta electoral.
Recuerdo que como educadores, hacíamos votaciones entre los alumnos para que ellos nombraran, por ejemplo, al estudiante de mejores relaciones humanas; los primeros votaban más libremente sin la presión de quien iba teniendo mayor favorabilidad . Pero cuando ya el nombre de un estudiante estaba tomando la delantera, los que no habían votado empezaban a hacerlo por este. Entonces opté seguir haciendo las consultas con votación secreta. Esto me sirvió para darles a los alumnos una gran lección de carácter, firmeza en los criterios y opiniones. Entre paréntesis, así se podría empezar a dar en los planteles educativos una orientación de cultura Política.
En las contiendas electorales es común el comentario de “yo no voy a botar el voto haciéndolo por el perdedor” o “A mí siempre me gusta ganar, siempre me voy con el ganador”. Y esto lo dicen sin ningún rubor. Así es la endeble cultura o incultura política del pueblo colombiano.
En estos tiempos abundan las encuestas, unas hechas por determinados periódicos o entidades, contratadas dicen. Dijimos que las encuestas son un acto de manipulación, sea voluntaria o involuntaria de quienes las hacen, lo que refuerzan los medios de comunicación.
Al iniciarse la campaña todos los candidatos están en el mismo punto de partida y son visibles ante la opinión pública. Aparecen las primeras encuestas y un buen número de candidatos son borrados del mapa electoral. Y solo se sigue hablando de los tres o cuatro con mayor porcentaje de favorabilidad. Los otros se vuelven invisibles, de segunda o tercera categoría, ignorados, ya no cuentan para los electores, para las noticias, para los reportajes. Tienen que seguir batallando con las uñas, con las hojas volantes, con avisitos.
Que los candidatos coleros tengan de pronto algún repunte, podría ser por fallas en las encuestas o por el despertamiento del voto de opinión haciendo su agosto sorpresivo.
Estamos en la primera vuelta electoral impulsada por la débil o endeble formación política de los colombianos.