Unas luces que se extinguen

1 marzo 2018 10:01 pm
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(A Isis Vélez y a los defensores de cualquier manifestación de vida)

Hasta hace poco tiempo nos deleitábamos visual y espiritualmente viendo el cruzar de los cocuyos mientras mirábamos la noche en el jardín o en las plataneras. En verdad, un sublime placer de esos que nada cuestan y mucho valen.

No habíamos, conscientemente, advertido de la ausencia de estas linternitas voladoras hasta que se nos apareció un cocuyo. Uno solo, al empezar la noche. Y digo que uno solo porque primero eran enjambres de luz rompiendo las sombras.

Nos sorprendimos al darnos cuenta de tanta tristeza y realidad ambiental. Estamos asesinando a la naturaleza, a la vida. La humanidad en un solo cuerpo se está suicidando. La siniestra fumigación un día acabará con todos nosotros.

Hace tiempo, también, a las 6:00 de la tarde empezaban a asomarse muy tímidamente en los patios y corredores los apacibles sapos, cuyo comportamiento y mirada nos infundía un aire misterioso. Pocos, muy pocos se ven ahora.

Qué va a ser de las noches sin cocuyos y sin sapos. De las noches bucólicas, se entiende. Y con escasos grillos que todavía nos dan ese genial concierto cuyos sonidos van invadiendo, irresistiblemente, nuestro sentimiento, resortes de la buena suerte, tan apetecidos por los esoteristas. Cuánto dieran estos por tenderse en la cama durante la noche y conectarse con ese ¡fi, fi, fiiiiiii… para energetizar la meditación y, tal vez, propiciar la salida en cuerpo astral sin tener que acudir a la planta el borrachero como nos lo recomendaba un grato personaje montenegrino, cuya ideología era un coctel de Espiritualismo y Comunismo. En el día agitaba rojas banderas de reivindicación social y en la noche blandía, mentalmente simbólicas espadas de protección a la orilla del río Roble.

Nos hemos alejado del tema, nos dirán. Pero es que en la vida todo está relacionado y algunas veces se le afloja la rienda al pensamiento. El motivo principal de este comentario, el cual hemos escrito con la mayor alegría y cierta tristeza, es hacer un aporte con la palabra a las luchas que libran diariamente los ambientalistas, ecologistas, defensores de la vida en cualquier manifestación. Tema al cual han tenido que acudir los partidos y movimientos políticos para no quedarse sin discurso. Claro que a esos partidos politiqueros corruptos no les luce nada hablar de lindos y sagrados temas en defensa de la vida, de la naturaleza y del país. Desentonan. A ellos les gusta la guerra, la venganza, lo burocrático y las cifras electorales.

 

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