Felipe Andrés Martínez Vera
Oímos todo el tiempo que la información es poder, pero son pocos quienes realmente entienden lo que esto significa. Solo a manera de ejemplo ¿conoce usted los resultados del censo realizado en 2018? ¿Sabe usted qué otra información puede encontrar en la página web del DANE? ¿Con qué frecuencia consulta usted estadísticas sobre economía o calidad de vida en el país?
La cantidad, la calidad y la disponibilidad de información que se produce en el país, se ha incrementado significativamente en los últimos 10 años. Sin embargo, la sociedad civil no se ha dado cuenta del valor que tiene la información para el país, ni cómo puede usarla. Aprender a consultar e interpretar los datos e información que está a nuestro alcance es fundamental para la construcción de una ciudadanía activa, empoderada, que analiza el entorno en que está inmersa y sus condiciones de vida, y a partir de esto toma parte en la planeación y toma de decisiones.
Hace menos de un mes, el DANE publicó los resultados de la medición de pobreza para 2020. Este estudio reveló que para el año pasado la línea de pobreza nacional se ubicó en $331.688 por persona al mes. Si usted vive solo y gana más de esa cantidad, para el DANE, usted no es pobre. En las familias se deben sumar los ingresos de todos los miembros y dividirlos entre el número de personas. Si el resultado es inferior a la línea de pobreza, todos se consideran pobres.
El siguiente ejercicio ayuda a ver qué implican los $331.688 en la calidad vida de un colombiano del común: si una persona sola paga $150.000 de arrendamiento; invierte $200.000 en alimentación y destina $80.000 para transporte, sus gastos ya superan ampliamente la línea de pobreza, aun así, habrá muchas necesidades básicas que no puede cubrir. Y eso que no nos estamos fijando en las condiciones de la vivienda o la calidad de la alimentación. Con esto queda claro que tener ingresos superiores a la línea de pobreza no garantiza una vida digna.
Dado que el costo de vida varía de un lugar a otro, el DANE ajustó la línea de pobreza para las 23 principales ciudades y áreas metropolitanas. Para Armenia, este valor fue 20,6% mayor que el nacional, llegó a $400.047. Armenia fue la octava ciudad más cara del país para vivir; por lo tanto, aquí en la capital quindiana es más fácil caer en la pobreza en comparación con otras regiones del país. De hecho, en 2020 el 42.5% de los colombianos vivieron en la pobreza. O sea, 4 de cada 10 persona tuvieron ingresos inferiores a la línea de pobreza, lo cual evidencia que más de la mitad de los colombianos no pudieron garantizarse una vida digna por falta de dinero.
¡En Armenia la situación es aún más grave! El año anterior, el 45.3% de los habitantes de la ciudad estaban en la pobreza, ahora en 2021, probablemente, el número de pobres sigue creciendo. En otras palabras, 134.236 personas disponían de menos de $400.047 al mes para cubrir sus gastos. A estas cifras hay que agregar que el 15.1% de la población “cuyabra” estaba en pobreza extrema, es decir, disponía de menos de $160.010 para sobrevivir en un mes. Una ciudad en estas condiciones, en cualquier momento puede salirse de control.
Todo esto ocurría a la par con la afectación por la pandemia, más una profunda crisis de gobernabilidad en Armenia: el escándalo de la valorización sin solución a la vista, la destitución y posterior reintegro del alcalde y los escándalos alrededor de la aprobación del Plan de Desarrollo.
Después de ver e interpretar las cifras y reconstruir su contexto, surgen preguntas: ¿qué pueden sentir las miles de personas viviendo en la pobreza mientras ven por televisión o en redes sociales los escándalos de corrupción, privilegios, sobrecostos, suntuosidad, derroche y otros desmanes de los gobiernos que limitan la inversión social e incluso la comida de los más necesitados? ¿Cómo justificar que los bancos hayan obtenido ganancias por más de 20 billones de pesos mientras los acreedores ven crecer sus deudas e incrementar los intereses y limitarse poder comer? ¿Cómo decirles hoy, a esas personas que el Estado está de su lado, que va a ayudarlos, que confíen en las instituciones, que no salgan a protestar, que no bloqueen vías, si más de 2 millones de hogares no pueden comer tres veces al día? ¿Cómo explicarles que es importante no afectar el crecimiento de la economía, si cuando ésta creció por encima de las proyecciones, más de un tercio de la población era pobre y la tendencia es a incrementarse y radicalizar aún más la miseria?
Considero que una respuesta posible, es el compromiso general para construir un sistema económico, que si bien permite que unos tengan mucho más que otros, al menos todos los demás puedan vivir con dignidad.