Hay que pasar el año

24 septiembre 2017 1:18 pm

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La percepción colectiva de Colombia tiene memoria frágil y extrañamente, de eso sí nos acordamos a diario. Pero hay cosas que Colombia no olvida tan fácilmente, como que la selección no clasifique al mundial, que se “roben” la corona de Miss Universo o que Estados Unidos nos descertifique. Por estos días la tendencia es hablar precisamente, del certificado de lucha contra las drogas que nos da el Departamento de Estado cada año y que a la fecha de esta columna está en “veremos”, y sin embargo, no entendemos muy bien que significa o cuál es su alcance.

Alguno puede pensar que es un hecho menor, o argumentar: “que nos importa lo que piensen los gringos”, pero el asunto tiene un trascendencia distinta en la medida que cuantiosos recursos en millones de dólares dejan de percibirse por nuestro gobierno y afecta programas sociales entre otros; las relaciones bilaterales se tornan tibias tirando a frías y por el solo hecho de la decisión de no certificar, el gobierno estadounidense queda obligado a no apoyar a nuestro país en asuntos exteriores, por ejemplo si necesitamos el voto para que aprueben un empréstito internacional o incluso, en asuntos multilaterales de comercio o conflicto con otros países.

Colombia está en un vecindario donde ha tenido que ejercer un liderazgo –a veces en solitario- eso genera tensiones y odios, bien sea por su posición frente al modelo venezolano, por las relaciones que sostiene con los mismos Estados Unidos, por envidia que la selección Colombia lleve más tiempo que nunca en el top ten de la FIFA o, por el renombre que adquieren nuestros deportistas o artistas.

Por eso perder la certificación es equiparable al alumno que se sienta al frente, que participa, que levanta la mano y que asiente con la cabeza todo lo que dice el “profe” pero que termina perdiendo el año, por cuenta de los resultados al evaluarlo en una materia. El “bullying” no se hará esperar si reprobamos 2017, porque la descertificación es un tema de interés nacional aunque no nos guste que Estados Unidos sea el profesor cuchilla.

Y es que no solo perdemos por quedar señalados como el gran proveedor de drogas en el mundo, sino que quiere decir que también hemos fallado localmente, que hay más “ollas”, más consumo y producción interna de alcaloides, mas microtráfico y más niñez vulnerable, por lo que cualquier esfuerzo realizado por los gobernadores y alcaldes como autoridades de policía, queda en matices de gris.

Queda claro que esta lucha no se puede aflojar, que el respiro que se le dio a las FACRC acrecentaron los cultivos; que se sigue sembrando porque da dinero y que la sustitución manual es más lenta que la siembra, sin mencionar la deforestación causada.

El gobierno colombiano está en ese momento incómodo, en que tiene que ser reactivo por no haber actuado proactivamente, habilitar la materia y reconocer con humildad lo que es una obviedad en cuanto al crecimiento de cultivos ilícitos. El profesor cuchilla cumplió con su parte, pero el alumno pensó que ya tenía ganado el año porque iba bien en otras asignaturas y está quedando con matrícula condicional.

 

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