Vamos pal club

15 octubre 2017 2:41 am

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Consejos uno recibe pero que los acoja es otra cosa, sin embargo, recibí de mi amada esposa un consejo o mejor una sugerencia, para atemperar esta columna y escribir algo menos denso y mas light. Así que me puse en la tarea plantear un tema y no pude pensar en nada mas frívolo que un Club, esa palabra que ya está integrada a todos los idiomas y cuyo origen viene del germánico “klubba”, que es equivalente a “montón o pila de leña”.

Pero la frivolidad no es lo mío y entonces reflexioné en que un buen padre de familia no debe sacrificar nada básico del hogar para sostener el club y, que es un acto de estupidez intentar ingresar a un club por el solo hecho de ingresar y no tener con que atender lo básico de su hogar.

Hasta ahí llegó la idea del artículo superficial y luego me di cuenta que no solo las personas sufren de esas banalidades sino también los gobiernos, por lo que fue imposible no hacer el símil entre los levantados buscando club y nuestro país -clase media- intentando ingresar a la OCDE.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, conocida como la OCDE es eso, un Club con todas las de la ley, que coordina políticas globales pero que obliga a quienes son miembros a ciertas prácticas o protocolos y que implican sacrificios puntuales.

Obviamente la membresía de tan prestigiosa organización la estamos pagando los colombianos. No en vano las reformas tributarias y la voracidad de recaudo de la administración de impuestos, son el claro mandato de la OCDE como requisito de ingreso.

Quiero aclarar que no todo lo que impulsa la OCDE es malo, pero no todos los países se ajustan igual, como cuando a los socios les exigen corbata y traje de coctel en el comedor principal y no tienen sino bermudas y sandalias “canchis canchis” en el armario.

Y es donde ha pecado la vanidad gubernamental de alcanzar un puesto en la OCDE, ya nos esperan para “socializar” en París sede de la organización, mientras por acá, la mitad de los colombianos están colgados en sus obligaciones crediticias o tributarias -que es peor-, la inversión está en stand by y la corrupción nos da material de sobra para engordar noticieros.

Muchos otros países se han resistido a la OCDE precisamente por el costo en términos políticos y de sacrificio que se exige a los países interesados en ser miembros, porque pretender que Colombia está cerca de los otros treinta y tantos países que hoy conforman la organización, es pensar con el deseo y no con la realidad económica.

En un país como el nuestro donde la expresión “salario mínimo” es literal, y estamos poniendo en peligro la industria y la inversión por la excesiva e inmisericorde carga tributaria, el Ministro Cárdenas solo piensa en la hacienda pero no la pública, sino la hacienda Château de la Muette, donde seguro ya tiene amigos para echar sauna, unas manitos de tejo y jugar Tute.

Esperemos que al final valga la pena el sacrifico al que nos sometió el gobierno para satisfacer el ego y que al mostrar el pasaporte colombiano, al menos nos dejen de empelotar en los aeropuertos del mundo por ser ciudadanos VIP de la OCDE, porque hasta hoy, nos tratan como a un “montón de leña”.

 

 

 

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