Bienvenidos los retos

22 octubre 2017 12:43 am

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Un acuerdo de paz debería ser objeto de júbilo y alegría sobre la base de un nuevo inicio, la vida vista en colores pastel y el advenimiento de lo justo, la prosperidad y la oportunidad para las nuevas generaciones. Pero entonces ¿porque muchos colombianos no sentimos o no compartimos ese estado pegachento y dulce que debería generarnos el acuerdo de paz?

Es cierto que no hay dicha completa y menos que haya un estado ideal para dejar a todos contentos, y que en realidad son los retos los que hacen que la vida tenga un sentido, como bien lo describe Estanislao Zuleta en el Elogio a la dificultad. No obstante, considero que los retos que nos impuso el acuerdo de paz suscrito con las FARC, van más allá de lo económico y la capacidad de perdonar, sino que la excesiva avidez de lograr desmontar la estructura de esa guerrilla, terminó dejándonos a la mayoría de los colombianos con la sensación que se cedió más de la cuenta.

Que la cúpula de las FARC y otros en la estructura no paguen condenas privativas de la libertad, nos lo olíamos todos pues era una negociación y no una rendición, creo que es el sapo que nos teníamos que tragar, al igual que la participación en política. Pero con el pasar de los días vemos que esto toma otros matices y no vemos con claridad si hay “disidencias” de las FARC o una extensión armada de sus objetivos, como un plan B por si algo falla.

De otro lado la Justicia Especial para la Paz (la famosa JEP), que fue en principio concebida como alternativa a nuestro pésimo sistema jurisdiccional, para que fuera más rápido y expedito el camino de los guerrilleros hacia la legalidad, como un bautismo que lava los pecados. Hasta allí todo bien, era obvio que la guerrilla no se iba a someter a la justicia tradicional, no solo por los defectos que ya todos sabemos, sino porque la idea era ir a la fija con las amnistías pero, ahora resulta que se amplió el alcance de la JEP y va a tocar a todos los que de alguna manera tuvieron incidencia en el conflicto y ojo, en el futuro también para todo aquel que esté en contra u obstruya la implantación de los acuerdos.

Por eso vemos a las ramas del poder público haciendo auténticas piruetas que han cambiado las reglas de juego que conocíamos y pasamos de un Estado de derecho a uno de necesidad y, aunque digamos que tocaba hacerlo para asegurar los acuerdos, lo cierto es que no sabemos cuánto vamos a demorarnos a volver a la estructura donde el interés general prevalezca sobre la necesidad de un grupo.

Y es que por estar queriendo remodelar la cocina, terminamos tumbando toda la casa y no tenemos ni los recursos ni los cimientos para terminar la obra que iniciamos, lo único que me preocupa más que eso, es que por esta remodelación a retazos, la casa termine pareciéndose a la del vecino.

Bienvenidos entonces los retos de este acuerdo pero sin perder de vista el interés general, lo que le conviene Colombia y como lo exprese en otra ocasión cuando Pastor Alape abogaba por un sistema de salud diferente y preferencial para los miembros de las FARC, les repito a ellos: bienvenidos a la Colombia de verdad, con IVA, con Renta, con datacredito, con POS, con cortes de luz y de agua, con bancos que no pierden, con empresas que no ganan, con empleo escaso, a la Colombia de las colas, de la “rosca” y policías de tránsito cazadores. Este es el país que les tocó y sí debe ser cambiado es para todos y no solo para las FARC.

 

 

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