No me molesta reconocer que mi sustento depende en su gran mayoría de sentarme a pensar y, quienes así decidimos vivir hacemos un pulso permanente entre el pensamiento lógico y el pensamiento crítico.
El primero siempre busca entender el entorno a partir de la observación y crea soluciones, mientras el segundo crea interrogantes y se encamina precisamente a que no todo es como aparenta ser y que hay elementos, que escapan a la simple observación.
Pero no pretendo hacer un ensayo en ese sentido, sino en aterrizar esos conceptos a la vida diaria, donde cada vez mas, encontramos que reemplazamos tanto el pensamiento lógico como el crítico por “el palo en la rueda”.
El desarrollo de nuestro Departamento del Quindío, pende siembre de las relaciones que se dan en un entorno más o menos reducido y con desconsuelo, encuentro que las vanidades profesionales y personales nos están convirtiendo en expertos “zancadilleros”, bajo el presupuesto de que “haré todo lo posible por hacerte todo imposible”.
¿Se imagina amigo lector una sociedad con propósitos comunes? Y es que esa es una pregunta que sería muy difícil de hacer en otros lugares, pero el Departamento del Quindío es pequeño y con muchos arraigos comunes, lugares y gustos comunes que nos debería hacer a sus habitantes propensos a la solidaridad regional pero la realidad es otra distinta.
La dirigencia claramente no logra esa cohesión y cuando digo dirigencia, no solo son los políticos, hablo de empresarios, de periodistas, deportistas y cualquiera que se tenga la capacidad de influenciar grupos significativos.
El divide y vencerás no nos ha salido muy bien y en cambio, ha permitido que quienes vienen de afuera pesquen en rio revuelto, llevándose la subienda.
Considero de es posible un esfuerzo académico en ese propósito de unir antes que dividir y, es un llamado a la comunidad universitaria del Quindío, que teóricamente debe estar menos contaminada por el Zancadillismo.
