El arte del silencio

8 abril 2018 11:55 pm
Compartir:

“El silencio no tiene límites, los límites los pone la palabra”. Marcel Marceau.

Esta breve columna, será la última que escriba sobre el actual candidato presidencial del Partido Centro Democrático Iván Duque Márquez. Pero la razón no es porque me voy a sumar al baile de ratones y niños del flautista de Hamelin conducidos al infierno, al abismo o a la muerte. No, y no voy a votar por él ni seré la celestina que buscará puestos para servirle. No. Yo sirvo al Estado colombiano, al Congreso y a al pueblo, no a partidos que no tienen ni pies ni cabeza, ni a candidatos puestos por el mismo sistema que hace doscientos años oprime a la nación.

Como esta es la última columna donde hablaré de este tema, ya que la razón de mi “autocensura”, es que cada vez que mis amigos y compañeros de lucha, cada vez están más vendidos por el sello de la bestia color naranja; unos ya eran duquistas, otros, que al igual que yo votaron por Alejandro Ordóñez para frenar la canturrea de sirenas liberales, que son el origen, semilla del régimen actual, desde la Colonia. Pero, tanto la torpeza, clasismo y falta de inversión de dicha campaña fue inferior a las expectativas, de nosotros la Colombia Creyente, Rural, Institucionalista y defensora del orden establecido. Esperamos que dicha complicidad con el régimen liberal no vuelva a colocar en el primer plano del país al Opus Dei, La Orden de Malta, La Casa Emaús, pequeños sectores supuestamente conservadores y demás sectas similares en cargos públicos, léase, a secuestrar los recursos de los colombianos.

¿No es curioso que hace tan solo quince días, el candidato Duque haya sido invitado a desayunar a la casa de Alejandro Santodomingo, heredero del mayor grupo económico de Colombia; dueño de los medios El Espectador y Caracol Televisión que a diario difaman al uribismo? ¿No es casualidad que haya reportes de donaciones multimillonarias del Grupo Santodomingo en publicidad en radio, televisión y prensa para el Centro Democrático repartidas por el partido solamente a los candidatos duquistas antes de las falsas encuestas? ¿No es raro que un medio asquerosamente clientelista como La Silla Vacía, que solo calumnia a Uribe y sesga la información –y recibe “donaciones” siendo que está constituida como SAS y no como entidad sin ánimo de lucro, es decir que no puede legalmente recibir donaciones-, haga eventos-comité de aplausos en la Universidad Sergio Arboleda en compañía de su decano de Derecho, Miguel Ceballos, gran aliado político y académico del candidato Duque? ¿No es raro que la esposa de Néstor Morales, director de la emisora Blu Radio, propiedad del grupo Santodomingo, es la hermana del candidato Duque, una mujer conocida por su capacidad de manipulación y antiuribismo radical? Todas estas preguntas, nunca serán respondidas, o tal vez, tengan que pasar al menos unos cuatro años, para poder ver, si quedan, los restos de este país que serán peores que los de los tiempos del ruido. Y espero, que así como hubo unanimismo alrededor de Santos en 2010, y hoy lo hay alrededor de Duque –con mayor favoritismo y sin tanto odio y malquerencia como la que tuvo y tiene Óscar Iván Zuluaga-.

Colombia es un país que le gusta ser gobernado por el fausto inevitable de las mafias y le encanta estar en crisis. El inminente triunfo de Julio César Turbay en 1978, cocinado desde dos años antes con una presidencia encargada y la compra de votos en una convención es un antecedente de lo que le espera a Colombia. La transparencia y las promesas, como dijo el expresidente francés Jacques Chirac, son para los idiotas que piensan en ellas y se las creen. Yo no espero nada del nuevo gobierno, salvo cumplir con mi deber, con la garantía de mis derechos y ganarme la vida decentemente.

Para no seguir perdiendo amigos. Para no perjudicar a la empresa para la que trabajo y mi futuro. Para no recibir amenazas de muerte ni mucho menos que se cumplan. Y para no hacer que mis enemigos políticos –que cada vez son más- no tengan motivos para vengarse de mis amistades, empresas, empleadores y familiares. Ya no volveré a escribir contra Iván Duque Márquez, hasta que cumpla su primer año de gobierno.

La oposición sigue. El silencio no quiere decir complicidad. Cumpliré mi deber del voto, pero no será por ese personaje. Tendré la pluma lista para oponerme a su gobierno y a su naturaleza. Sé que muchos colombianos no se olviden de Odebrecht, ni de haber llamado fascista al general Harold Bedoya ni de su gusto por la ideología de género, su cara real anticristiana y que reencarna lo peor de la sociedad colombiana en usted mismo, y en quienes lo rodean, en especial en los descendientes del manipulador y especulador exenemigo de Uribe, amigo de ocasión Fabio Echeverri Correa.

Tranquilo mijo, en Palacio o donde sea, la pelea es peleando. Nos veremos las caras por los próximos cuatro años. Y ni crea, que lo vamos a dejar de vigilar.

I Will watching you!

@armesto1989

 

El Quindiano le recomienda