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La mano en el considere

12 diciembre 2017 11:09 am
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Hay cosas que no me cuadran en cuanto al tema de los vendedores ambulantes en Armenia, hay ciertas incoherencias con el deber ser de la institucionalidad que quiero exponer. Existe una escala de necesidades básicas según Masslow, sicólogo humanista Neoyorquino del siglo pasado; esta escala no es otra cosa que la jerarquización de las necesidades que debe tener cubiertas el ser humano para poder subsistir con dignidad. Según esta escala, encontramos en su base, la respiración, la alimentación, el descanso, la armonía emocional; en este punto las actuaciones que se han tenido contra los vendedores ambulante van en detrimento de su bienestar como ciudadanos y de la dieta de ellos y de sus familias, seguro muchos no saben lo que es pasar hambre, ¿será que preferimos una ciudad bonita pero con hambre? En segundo lugar tenemos, seguridad física, empleo, recursos, moral, familiar, salud, propiedad privada; siendo lo más relevante para nuestro caso, el empleo, que al no ser solucionado por la institucionalidad con la suficiente cobertura, la gente tiene que rebuscarse la forma de sobrevivir. Sólo me centraré en los dos primeros niveles, que son los básicos, los que le dan consistencia a la dignidad del ser humano.

Si partimos desde este punto y siendo lógicos, encontramos que es fundamental desde los gobiernos nacionales y locales, proveer a sus ciudadanos las herramientas necesarias para su bienestar; pero sin duda, esto no se ha cumplido a cabalidad, y la realidad dice es otra cosa, por los motivos que sean, pero principalmente por la corrupción, porque nuestros gobernantes y servidores públicos han podido hacerle el bien a la gente, pero no lo han hecho, han preferido atesorar para ellos mismos, lo que debería haber sido invertido en progreso social.

¿Cómo puede ser posible que desde la institucionalidad se le esté impidiendo a un pueblo pobre, sin oportunidades, mal educado y con hambre, poder suplir lo fundamental para su subsistencia como lo es la alimentación?. Muchos dirán que tienen que formalizarse, que por qué no se acogieron a los programas municipales de reubicación. ¿Será que hay espacio para tanta gente en el nuevo centro comercial?, ¿será que los altos impuestos en Colombia fomentan la normalización de los negocios? ¿será que la gente acostumbrada a comprar en la calle, se desplazará hacia el centro comercial de los vendedores ambulantes?. Esto no es un llamado a la anarquía ni mucho menos, es un llamado a la misericordia por el prójimo. ¿Será que para alguien que se gane lo estrictamente necesario para comer y tener un techo, paga ser formal?

La solución para los vendedores ambulantes que hasta el momento se han acogido a la reubicación, no consiste sólo en crearles un espacio para que algunos se amontonen, es imprescindible un acompañamiento constante desde la institucionalidad, con potentes campañas de comunicación, publicidad y mercadeo, dirigidas a traer clientes y fidelizarlos, incentivos tributarios, comenzar a prepararlos con paciencia y consideración, pero también con determinación para un mejor futuro para Armenia. Y mientras no haya solución de fondo para todos, que todos coman, no es justo que se siga poniendo a la estética y las cifras tributarias por encima de las necesidades básicas y esenciales de los armenios, lo dice Maslow. Para terminar, es comprensible hasta cierto punto la queja de los comerciantes formales, pero también pienso que hay prioridades en caso de desamparo. Si quieren que tengamos un futuro distinto para Armenia y el Quindío y nunca votan, no están en nada, lo correcto es que lo hagan por el que nada tenga que ver con maquinarias, ni con más de lo mismo. Recuerde que todas las decisiones importantes de nuestra sociedad, se toman desde la política

Twitter @MoralexPablo

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