No es tan fácil regalar algo a quien uno aprecia y quiere, y si uno dice que quiere a Armenia, pues entonces se supone debe querer a su gente, y la verdad, a veces hay que hacer esfuerzo para sentir así, más que todo cuando se dan los brotes brutales de incultura ciudadana, dan ganas de oprimir “reset” a esa, nuestra realidad.
Aunque como siempre, aparecen en la ciudad muy bellas intenciones de empezar a cambiar las cosas, pero se quedan en sólo eso, como muchas otras de gran importancia, sin embargo, como lo nuestro es plantear soluciones, hay que recordar que el cambio debe comenzar por cada uno. Desde su buen comportamiento y consideración por los demás en todo lo que concierne al comportamiento en comunidad, por ejemplo, saludar, no tirar las basuras a la calle, respetar el descanso de los vecinos en horas de la noche, no estorbar a los demás, pasar la calle por la cebra entre muchas otras.
Para muchos de mis queridos armenios, de corazón les deseo que este nuevo año les traiga un objetivo de vida, que todos tengan claro qué es lo que quieren conseguir durante el paso por este mundo, que ya no quieran vivir desprevenidos, ni contentos con lo poco.
Me sentiría muy feliz de saber que los armenios despertaran con la ambición de ser más grandes cada día, de superar sus miedos, complejos y por sobre todas las cosas, sueño con que la pereza no siga ganando más terreno en la mente de los armenios, con la plena convicción que todos estos deseos se verán reflejados en la Armenia que pensamos.
Sobran los ejemplos de actitudes “poca lucha” que es la que tiene a muchos jodidos y estancados, la misma actitud que los hace dar su voto por un tamal, un mercadito, la tejita; se acostumbraron a pedir y la mendicidad se ha convertido en una común práctica hasta para lograr contraticos de tres meses, sin importar vender la conciencia y de paso el futuro de las nuevas generaciones. Sé que la supervivencia no es nada fácil en nuestra ciudad, pero hagamos un gran esfuerzo 2018.
Mi empeño es que podamos desarraigar las malas costumbres familiares muchas veces heredadas que hacen tosca la convivencia entre parientes, que el concepto de familia se fortalezca en medio de la tolerancia y el respeto mutuo. Aprovechemos estas fechas para hacer borrón y cuenta nueva, hay que tomar el impulso.
Mi deseo también es de rechazo al descontrolado expendio y consumo en nuestras calles de bazuco, heroína y demás químicos que tiene a cientos, incluso miles abandonados a su mala suerte. Que se proteja la vida y el bienestar de niños, jóvenes y adultos de Armenia.
Que los vicios no sean la constante provocadora de la violencia intrafamiliar y que la lealtad entre parejas nos convierta en una sociedad ejemplo, tenga en cuenta las ETS (venéreas), que sin quererlo puede contagiar a su pareja.
Ojalá que se contrarrestara con todo el rigor la prostitución infantil que se nutre de los clientes locales y turistas, y que en muchos casos se presenta con consentimiento de los padres, diferente es, si son mayores de edad y deciden hacerlo, es el oficio más antiguo.
También mi deseo es que Armenia siempre esté en manos de personas que quieran hacerle el bien a la gente, no solamente en época de elecciones, sino que sea una costumbre invertir en mejorar las condiciones de la ciudad y la comunidad. Generar más empleo que no esté ligado a corruptelas y maquinarias políticas debería ser la prioridad del sector público y privado, respetar a la gente. Sería perfecto que generar valor a la economía fuera el propósito de los más prestantes de la ciudad, así sea por mantener su patrimonio, es bien sabido que los cultivos y los animales son un negocio que se pone difícil y se desvaloriza con el pasar del tiempo. La educación para el futuro no es solo necesaria para los armenios de a pie.
Facilitar cada vez más el crecimiento a emprendedores, que se fortalezcan aún más los cluster empresariales, que se la pongan fácil a la gente para salir adelante, que se multipliquen los capitales semilla para ayudar al sustento de los que más lo necesitan. Que nos hagamos pasito entre armenios, que la envidia y el desacuerdo deje de caracterizar a nuestra gente, a ver si pronto crecemos y nos fortalecemos como ciudad, hasta que no puedan pararnos. O, ¿vamos a permitir que el título de la capital del Eje Cafetero le quede mejor a otros? Tenemos todo para ser grandes, acá hay mucho cerebro, solo que nos falta determinación. Son algunos de mis deseos de año nuevo para mi gente. Feliz año 2018 para todos, que sus sueños se hagan realidad. Gracias a Dios por todo lo vivido.
Twitter @moralexpablo