Internet puede considerarse como una necesidad básica a satisfacer, ya que para los 4.000 millones de personas que tienen acceso a ella es sinónimo conexión y desarrollo. Es todo un universo, y como universo es una inmensidad inexplorada, inacabada y peligrosa. En realidad, lo que generalmente se conoce del internet es sólo una fracción que apenas da luces de lo que en su conjunto contiene.
La primera conexión, conocida como Arpanet, se realizó en EE.UU. en el año 1969, pero fue a partir de la década de 1990 que comenzó a tener un auge que se multiplica notoriamente: el 53% de la población mundial, y puntualmente, el 80% de los colombianos tienen acceso a internet.
Con este panorama, internet se ha convertido en un canal que ha redefinido diferentes aspectos de la vida como se conocía. Si bien se puede considerar como una necesidad a satisfacer, también es una herramienta que tiene el potencial para causar infinidad de perjuicios, supone una dicotomía, no por lo que en sí mismo representa, sino por su uso y finalidades.
Al referir que internet es un universo del cual sólo se conoce una mínima parte, no es exagerar sobre el asunto. En internet, como en la política y en los asuntos de Estado, existe lo que se ve, y lo que no se ve, y normalmente aquel ‘universo’ que no se ve, suele ser más profundo. La conexión cotidiana a la que la mayoría de las personas acceden es sólo un 15% de lo que es internet, el 85% de este universo digital es lo que se denomina como “Deep Web” -web profunda-, y más profundo aún, la Darknet.
Con este panorama, la información es el activo más importante del siglo XXI, es casi invisible la línea que diferencia el internet con el Panóptico de Bentham, esto es así porque constantemente se está almacenando información a través de los diferentes motores de búsqueda -como Google- y redes sociales -como Facebook-, información que crea un perfil de intereses por cada usuario y es vendida con diferentes fines a compañías de marketing, a los gobiernos, entidades supranacionales, etc.
Así las cosas, surge un proyecto conocido como TOR -The Onion Router-, un software creado por la armada estadounidense para la protección de archivos confidenciales, este tiene por objeto preservar la privacidad de los que se conectan a internet para no dejar rastro de su paso por ella y es una de las puertas de entrada a ese 85% del universo virtual.
La Deep Web se ha utilizado con propósitos ‘bondadosos’ como la confidencialidad de conexión de personas en regímenes autoritarios, en la difusión de información de activistas pro-derechos, etc. No obstante, esta proporciona medios para actividades que en su mayoría son lucrativas, y a su vez, siniestras e ilegales.
En ella y en la Darknet se mueve el mercado de armas, el comercio de pornografía infantil, narcotráfico, desmembramiento en línea de seres humanos, reclutamiento para grupos terroristas, y demás delitos imaginables. Este asunto está en la sombra y su detección es todo un reto, además la manera en que las personas suministran su información personal en línea es incontrolable y facilita su expansión.