La corrupción no es solo la problemática de papel que utilizaron los candidatos presidenciales para elaborar sus respectivos discursos, es un ‘cáncer’ silencioso que afecta a todos los colombianos, no solo económicamente, también hasta en los aspectos más personales se pueden ver perjudicados.
Al hablar de corrupción, inmediatamente llegan a la cabeza imágenes de algún político o funcionario público, y es que esta relación está tan arraigada en el imaginario social, que culturalmente es aceptada de manera implícita. La cuestión, es que la corrupción no es solo un tema propio del sector político, lo que sucede es que es el más expuesto y en el que se comprometen más intereses.
La lógica es esta: si es general pero de alguna manera afecta lo público y lo particular, sí es de interés, pero, si por el contrario sus alcances son limitados a unos cuantos, es un tema que queda en el olvido. Esto, porque ese cáncer silencioso está presente en todos los sectores, solo que en ellos no se eleva al nivel que se eleva en política. La corrupción está presente en la medicina, en la moda, en el turismo, hasta en el comercio de plaza, pero no a todos les toca, y por eso es que solo los políticos se llevan el título de corruptos.
La corrupción puede darse en cualquier contexto, y esta no es otra cosa que la acción de sobrepasar límites éticos y legales para el beneficio personal cuando hay más de una parte involucrada que se puede ver afectada. La corrupción es un término amplio, del cual se desprende la corrupción política, y esa es la que está en la lupa de todos, el Talón de Aquiles de muchos políticos en Colombia.
Es un arma de doble filo para muchos; a la vez que se benefician, firman la sentencia para poner fin a la carrera de toda una vida, puede ser un atajo económico, personal y profesional pero también es la zancadilla que los hace caer.
Todo lo que gira en torno a la corrupción, justifica el discurso electoral de algunos candidatos, pero el próximo 26 de agosto ella tendrá su papel protagónico, en el que será ella misma la candidata, los ciudadanos votarán el Estatuto Anticorrupción, que comprende 7 mandatos sobre los que cada ciudadano puede votar Sí o No, la iniciativa requiere 12.075.756 –el 33% del censo electoral actual- esto quiere decir que para que una de las dos opciones sea la elegida, debe contar al menos con 6,3 millones de votos.
El decreto 1028 del 18 de junio, producto de 4.3 millones de firmas, contiene groso modo, entre otras, preguntas sobre los siguientes temas: reducción del salario de los congresistas de 40 a 25 SMLMV, las personas condenadas por corrupción deben cumplir la totalidad de las penas en la cárcel, blindar los requisitos de contratación con pliegos tipo, establecer un máximo de tres periodos para ser elegido en una misma corporación de elección corporal.
Ahora, queda dejar al tiempo que dé la razón, sobre si la Consulta es una verdadera lucha contra la corrupción, o si es una generadora de la misma, también el país queda a la expectativa de quienes son los políticamente beneficiados por ella, a sabiendas que se está a puertas de un año electoral, donde se reafirman o cambian los poderes locales y regionales.