Durante los últimos meses, el país se ha impregnado de un aire de optimismo causado por las proyecciones de crecimiento económico por parte de algunos expertos. Los criterios más motivantes para que Colombia continúe por esta senda, son su posicionamiento como economía emergente y su gran potencial de desarrollo.
Tal panorama obedece a diversas variaciones políticas y económicas, que con una actuación en conjunto favorecen las dinámicas de los mercados en el país. Este ha sido un proceso paulatino, en el que año a año el país se ha recuperado, y a su favor juega el blindaje parcial frente a las novedades extranjeras.
Quizás el factor más importante para la recuperación económica del país es la llamada confianza inversionista, producto de una ‘era de paz’ yacente del ataque frontal contra grupos al margen de la ley, desmovilizaciones de insurgentes y los acuerdos políticos que trasladaron el escenario de luchas sociales a curules legislativas.
La inversión extranjera en Colombia se ha incrementado en un 250%. Según cifras del Banco de la República, en el año 2010 el país empezó un afortunado recorrido para la atracción de inversión extranjera directa, se registró por este concepto un ingreso de 6.430 millones de dólares y al año siguiente 14.647 millones de dólares. Estas cifras son paradójicas, a la vez que son alentadoras causan preocupación.
Desde el segundo año de aumento de inversión extranjera registrado (2011), la economía colombiana le dio el impulso al país para ser referido ante el mundo de país emergente a desarrollado, esto fue respaldado con su ingreso al grupo llamado Civets.
A propósito, cabe recordar la tesis de Jim O’Neill, ofrecida al mundo en el año 2003, en ella agrupó a Brasil, Rusia, India y China bajo el término de BRIC; Para O’Neill estas cuatro economías emergentes serán hegemónicas hacia el año 2050.
Una suerte similar es la que plantean los economistas sobre los Civets en materia inversionista.
Empero, ¿Qué son los Civets? Son el acrónimo que identifica a la agrupación compuesta por Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica; que si bien tienen características geográficas, políticas, religiosas y culturales diferentes, las condiciones de inversión extranjera las acerca en materia económica.
Estos países cuentan con marcos fiscales favorables, mano de obra barata, bajos costos de producción, población joven, clase media en aumento y crecimiento de los mercados internos; económicamente esto se materializa en un aumento del PIB del 4,55% para los próximos 20 años, lo que significa una proyección de incremento incluso mayor al del PIB de los países del G-7 (1,8%).
Si bien la capitalización proveniente del extranjero dibuja un panorama alentador, puesto que facilita la apertura del país, el crecimiento económico sostenido y la creación de nuevos negocios, hace que la economía interna se vea en la obligación de hacer frente a nuevas dificultades.
Superponer los intereses particulares de los inversionistas extranjeros a las necesidades públicas de los nacionales es una de las grandes preocupaciones, al igual que la desmedida explotación de hidrocarburos y otras materias en detrimento del medio ambiente.
Todo este tema debe ser tratado con especial atención. La noticia de crecimiento y la posibilidad de que Colombia sea catalogado como un país desarrollado es motivante, pero es un asunto de prudencia, en el cual se deben diseñar políticas económicas y una legislación coherente para no caer en ciclos desfavorables, como por ejemplo la enfermedad holandesa, que amenaza al país desde sector minero y energético.