Indignación seleccionada

13 febrero 2019 4:03 am

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Las últimas semanas transcurridas han sido difíciles para el país porque se presentaron algunos sucesos, que por su naturaleza son lamentables. Y me refiero a las últimas semanas porque la memoria a largo plazo es difícil de retener, ya que cuando se termina el show mediático y las emociones que éste produce se apaciguan, los acontecimientos, por fuertes y dolorosos que hayan sido, se quedan en el olvido, o por lo menos ya no son de tanto interés general.

No haré referencia a ningún hecho en particular, ya vendrán a tu mente los asuntos a los que me refiero. Por lo pronto, te invito a reevaluar los criterios con los que observas la realidad y la manera en que actúas siendo parte de ella.

Todo indica que la indignación colectiva es temporal, se desvanece a medida que los diferentes intereses con que se asumen y replican las cosas que suceden se pierden o dejan de tener el impacto que el morbo por esas novedades genera. Son varias las recompensas y motivaciones por las que algunas personas siempre terminan sacando el mayor provecho de lo que más atenciones capte. De esta manera convierten nuestra memoria general en estrictamente selectiva.

Así las cosas, a partir de un suceso viral, altamente divulgado, que mueve las emociones de la sociedad, se crea el relato perfecto para justificar causas, demandar carencias de la sociedad, crear movimientos y movilizaciones que se disfrazan muy bien en el interés general y principios altruistas, pero que en el fondo, no muy profundo, pero sí muy bien camuflado, están dirigidos a la visibilización y el beneficio de unos cuantos.

Sí, se hacen marchas y se destina presupuesto público –milagrosamente aprobado según el marketing que genere- para hacer eventos que llevan el mensaje a la sociedad de que este tipo de cosas no vuelvan a ocurrir. Pero siendo francos, su impacto no va más allá de la publicidad momentánea que ayuda a unos cuantos que se autoproclaman los embajadores del mensaje para impulsar su propia plataforma oportunista.

Solidarizarse con la causa es un acto bonito, es una lástima que los que sí lo hacen por la causa sean de alguna manera el instrumento de mentes muy astutas.

Mentes que se ufanan de preguntar en público ¿qué nos pasa como sociedad? Y no dar ninguna respuesta, porque su proyecto gira en torno a fortalecer su imagen como marca, son meros observadores que no comprenden que esa sociedad a la que se refieren se enfrentan a un universo de realidades que la hace compleja, generalizan sin darse cuenta que este país necesita más que sus iniciativas publicitarias.

 

 

 

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