En agosto pasado, un grupo heterogéneo de calarqueños entusiastas y altruistas, resolvió crear un colectivo por “la defensa del territorio, el agua y la vida”.
Se adoptó el logo de la efigie del cacique Calarcá, acuñada en la moneda de diez centavos en 1956. Las comunicaciones se iniciaron en la red de WhatsApp con unos sesenta adeptos. El motivo: la inminente convocatoria a consulta popular por parte de la alcaldía de Calarcá, previo concepto del Concejo municipal, siguiendo las disposiciones legales. El tema central: la explotación minera en el territorio de Calarcá.
El grupo se declaró en “asamblea ciudadana permanente” y provisionalmente se crearon comisiones que acompañaron desde las barras algunas sesiones del Concejo.
Hubo receptividad por parte de la administración (alcaldesa y ediles) y la solicitud de concepto fue retirada para presentarse nuevamente en las próximas sesiones. Esto proporciona un valioso tiempo, a pesar de la brevedad, para mover las fuerzas sociales y políticas de la región con el fin último de evitar que nuestro terruño se vea afectado por la rapacidad de los intereses económicos, propios y foráneos.
Recordemos que la “locomotora de la minería” fue uno de los huevitos que el expresidente Uribe depositó en las manos de su entonces candidato favorito y sucesor en la Casa de Nariño. Paradójicamente, ha sido una semilla que concita al pueblo a unirse en defensa de los principios que informan la verdadera Democracia, no la de papel que históricamente nos han vendido para negociar con los mejores postores nuestros recursos y riquezas naturales.
Pero la Corte Constitucional atribuyó la propiedad del subsuelo a los departamentos y municipios, poniendo con ello una cortapisa a las equívocas decisiones políticas del gobierno central. Ello generó las manifestaciones populares que han convocado a la ciudadanía para decidir en las urnas la aceptación o el rechazo de la minería en cada territorio
Estos son los resultados más recientes de las consultas populares llevadas a cabo hasta hoy en Colombia:
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Comparto plenamente la visión de Néstor Ocampo, reconocido líder ambientalista: “…de lo que se trata aquí no es sólo de la megaminería (…) se trata es de la Democracia, de la Justicia, de la manera como construimos la República, de la concepción del Estado y la manera como se construye, de los Derechos Humanos, del concepto de la Dignidad Humana, del modelo económico con el que ordenamos una parte de la vida. No es solo el asunto de las consultas populares. Es el mundo que construimos…”
O el que destruimos, agrego, si permitimos que prime el concepto de una economía extractivista y expoliadora, sobre la defensa del territorio, el agua y la vida.