Lunero publica la primera edición de “LABÉLULA” en 2005 y contra toda previsión, la noticia de su nacimiento se propagó como un virus entre una población de jóvenes, sobre todo adolescentes, que hallaron en sus poemas la expresión de su propia rebeldía, pero que además les permitía gozarse, literalmente, las locuras líricas de Lunero. Y es que de alguna manera el cerebro inventa, por no decir descubre, algunas claves que le permiten hacer una lectura semi-coherente: “Labélula volaba a pie vorado de aire solo/ y risible a los ojos del invisible/ cuelga anacondra del tronco amigo insiel/ trona jorobas al péndulo/ zábaros comían semillas del lagrimal que/ cosechó un rostro/ niegra decir el tiempo insípido remonta/ un pozo de cuervos degrusta tragar peras de/ ratón lasnudo.” Y este es uno de los más legibles. Porque encriptar la palabra implica hacer una simulación que permite al poeta volverse “clandestino” en el sentido de ocultar en su obra (como un espía en la guerra fría), sus verdaderas intenciones, la procacidad, la insolencia, el atrevimiento, la ironía, el cinismo, la rabia y el resentimiento, o la burla. Porque en lunero se encarnan, como en tantos artistas talentosos, las más increíbles ocurrencias y contradicciones: Lo visité un día en su casa-libro del barrio Gaitán y al abrir la puerta descubrí horrorizado que a los pies de la imagen de la virgen del Carmen, cuyo altar había construido en el descanso de las escaleras, había colocado un libro: “MI LUCHA” de Adolfo Hitler. No supe si reírme de su ingenua ocurrencia, o llorar por la blasfemia. Abogué en silencio a su favor: Señora, perdónalo porque no sabe lo que hace. No siempre se les puede exigir coherencia a los artistas. Sus amigos, que ya son como los del poeta Gómez Jattin, “una legión de ángeles clandestinos”, hacen por su cuenta la segunda edición de “LABÉLULA” y la difunden con gran aceptación del público, en el distrito de Agua blanca en Cali. En febrero de 2015 publica “ARDILODIOS”. Su verbo ha madurado; las imágenes se multiplican y se ahonda el sentido poético. Los títulos de los poemas son oraciones completas que parecen no guardar relación alguna con el resto del texto. Lunero es como sus poemas, y estos son como las perlas: escondidas en una caparazón, en apariencia hostil, que se confunde con el entorno, brillan en cuanto ven la luz: “Camuflado/ entre reyes/ sólo me delata/ la vieja cicatriz/ del barrio / de donde vengo”. Resalto estos versos sacándolos del contexto: 1. “Te sembraron/ en una peña/ como al cacique/ y mira/ Tantos indios/ que salieron…” 2. “…La tarde regresa/ a caballo/ disparando ocasos/ por fin el alcalde/ reconoce tener piojos/ en las cabeceras/ de su pueblo/ da la noticia/ friccionando sus cabellos…”3. Foética:/ dame poesía/ un poema/ que yo pueda plantar/ y me de yucas/ una frase/ que hervida/ sea un agua de panela…”. Los libros del “poeta rebelde” no se consiguen en cualquier librería, pero se le pueden comprar, con toda seguridad, al propio “poeta invisible”, como también le han llamado; todos los días a las 6:30 de la tarde se le puede hallar en una de las esquinas de la plaza de Bolívar de Calarcá, cerca de un jeep en el que se prepara y vende un delicioso café. Pregúntele por él a la chica del jeep.