Por Rogelio Guevara Villamil
“En Colombia la gente se muere más de envidia que de cáncer”. Esto se le atribuye a nuestro queridísimo campeón Cochise Rodríguez.
Hago la cita porque casi desde siempre los maestros (ahora brincan porque no digo y maestras, entonces digamos docentes) han sido comidilla de la gente que sin ningún elemento de juicio vive despotricando del gremio de la educación; hasta un “importante” periodista deportivo se atrevió a denigrar en forma por demás grosera y descortés. Que los maestros poco trabajan, que viven en paro y tienen dos y tres pensiones. Vale la pena aclarar lo de las pensiones: la pensión gracia, (que no debería llamarse pensión puesto que para esa no se cotiza) se reglamentó mediante la ley 114 de 1913 y era más que todo un incentivo para el docente al cumplir cincuenta años de edad y veinte de servicio, así al llegar a los cincuenta y cinco tenía derecho a la pensión de jubilación, este es el cuento de las dos pensiones.
Pero resulta que la ley de la pensión gracia fue modificada y quedó así: “para los docentes nombrados hasta diciembre 31 de 1980” de tal manera que hace cuarenta años se perdió ese derecho, hagan cuentas ¿cuántos podrán quedar? Es increíble que esto levante tanta ampolla cuando en la actualidad, en pleno siglo XXI hay docentes que tienen que caminar dos horas y más para llegar a su lugar de trabajo. Ahora con la educación virtual las críticas han aumentado porque según los detractores están disfrutando de la comodidad de sus casas y poco cuidado le ponen al trabajo, pero no se tiene en cuenta que se tuvo que aumentar la capacidad de la internet (que la paga el usuario), adecuar el computador, comprar otro teléfono celular y dedicarle más tiempo para atender los estudiantes.
No entiende uno el motivo de tanto escozor porque un maestro después de trabajar hasta cuarenta años reciba una pensión, en el mejor de los casos, de cinco millones de pesos; esos que tanto se atormentan y rajan del cuerpo docente nunca han mirado para el congreso. Esa es la vena rota del país que de paso lo convierte en el más desigual sobre la tierra. 178 representantes a la cámara y 102 senadores; añádale a eso las U.T.L, unidad de trabajo legislativo, es decir, ayudantes y cada uno (congresista) puede tener desde seis hasta diez con sueldos que van desde dos y medio hasta doce millones de pesos mensuales. Para este caso, el congresista recibe una partida al comienzo de la legislatura con la que pagará la nómina de su U.T.L. Por si no sabían también se les asigna un carro blindado con chofer incorporado; y el sueldo…algo más de treinta millones de pesos mensuales; o sea, que mientras un trabador tarda más o menos un mes para ganarse un millón ellos lo reciben (porque algunos no pueden decir que se lo ganan) en un día, debatiendo temas tan importantes como declarar el carriel patrimonio nacional u otras tan ridículas como la cadena perpetua.
Y como las pensiones de los docentes les incomodan tanto, miren como se pensionan los honorables padres de la patria: algunos se aguantan cuatro períodos (¿cuántos se aguantó Roberto Gerlein?) y quedan listos, como tienen régimen especial con un mínimo de quince años pueden empezar a disfrutar de una mesada que no baja de los veinte millones.