Por Fernando Rojas Arias
Se fue el dos mil veinte o el 2020 como lo llamamos, un año nefasto para la humanidad por ser el portador de la última pandemia vivida en el mundo: el Coronavirus o Covid-19 o en confianza el Covid. Al despedir el año, sentimos cierto regocijo al saber que se va con él, el año en que tuvo su origen y propagación el virus y que en el 2021, al que entramos, posiblemente se pueda decir que tendremos con la vacuna una luz de esperanza para superar este intruso que se metió en nuestras vidas. En lo personal no tengo que lamentar la pérdida de un familiar o ser querido cercano, lo cual agradezco a mi Amigo el de arriba, o sea a Dios, pero sí la partida de muchos amigos, unos por efectos del virus, otros por enfermedades comunes y otros se fueron intempestivamente al fallar su corazón tal vez por la depresión que causa el encierro, la incertidumbre, el desasosiego o la soledad. Pero partieron también personajes que en ciertos momentos regocijaron nuestras vidas por sus actuaciones: Diego Armando Maradona, Tito Rojas, Armando Manzanero…
El veinte veinte con su personaje en su espalda, el covid 19, ocasionó medidas como las cuarentenas, el pico y cédula, el toque de queda. Limitó la garantía de libertad de locomoción y otras que interrumpieron el trato o relaciones corporales afectivas entre las personas lo que trajo como consecuencia que se constituyera en el año en que con mayor frecuencia se acudiera a las redes sociales para comunicarnos mediante sus herramientas tecnológicas: instgran, Messenger, twitter, facebook, whatsapp y zoom y googlomeet convirtiéndose en los medios para dar a conocer las inquietudes, necesidades, afectos , farándula, trabajo, comercio, decisiones gubernamentales y en general todo aquello que pertenece al cotidiano vivir y las determinaciones que modificaron el comportamiento social.
Por whatsaap se crearon y desecharon grupos familiares y de amigos constituyéndose en el principal medio para saber sobre su cotidiano devenir y sentir, todos los actos sociales nacimientos, bautizos, primeras comuniones, cuasi-matrimonios o noviazgos, matrimonios, la salud y las muertes. Es decir, se convirtió en el puente para satisfacer aquellas curiosidades tan intrínsecas en las mujeres… bueno y en los hombres también: El chisme.
Zoom o googlomeet, además de haber sido el medio para transmitir conferencias de trabajo, lo fue para la celebración de los acontecimientos más importante para la familia: el cumpleaños de alguno de los viejos o el día del Padre o de la Madre. En muchas de esos acontecimientos, se pudo observar, que en los diferentes hogares que conforman una familia, hacían por separado su cena, su pastel y al lado las copas y el vino. Una vez que todos esos hogares se encontraban conectados en la aplicación escogida por video-llamada en Colombia o en la Conchinchina se escuchaban y veían las manifestaciones de afecto y los comentarios jocosos a que daba lugar el acontecimiento y se levantaban las copas para brindar por el homenajeado y por el pronto rencuentro. Paradójicamente, la pandemia en muchas ocasiones dejo ver la unión y la solidaridad de las personas, rompió las distancia y permitió que como algo muy especial a través de la tecnología se unieran en un solo momentos personas que se encontraban muy distantes, en diferentes países y continentes, es decir que en el veinte veinte no todo fue nefasto.
Pero a pesar de todo me hacen falta los besos, los abrazos, los apretones de manos de todos aquellos que conforman mi entorno, mi vida, para seguir sintiendo que somos integrantes de una familia, de una sociedad que se ha caracterizado siempre por su fraternidad y amabilidad.