Por Mario Ramírez Moncada
Trato con el psiquiatra Colt Gatillen, experto en existencialismo, según Nietzsche, Schopenhauer, Kierkegaard, y otros que fueron estudiados por el doctor Gatillen.
Entro en el tema
—Dr. Colt Gatillen, buen día.
—Buenos días, señor Ramírez.
—Gracias por recibirme en su consultorio, yo soy una persona muy sensible emocionalmente, y muy delicado del cerebro.
—Y en que le puedo servir Sr. Ramírez.
—Dr. Gatillen es que esta pandemia y tanto encierro, me descompensaron, salí a la calle y viendo que todo el mundo estaba con tapa bocas me ha venido a la mente aquel pasado cruel, cuando esos pecadores impíos, de ese bando que no se debe de nombrar en Colombia, embozalados atentaron contra la humildad y sencillez del glorioso partido Conservador Laureanista. He estado con psicosis de salir a la calle, y cuando salgo es recostado a las paredes lleno de temor.
—Muy grave señor Ramírez muy grave.
—Sí doctor Gatillen, así es. He vuelto al pasado y no salgo de él.
—Bueno Sr. Ramírez entonces desahógate y cuenta tu historia, recuéstate en aquel sillón azul. ——Gracias Dr. Gatillen. Pues recuerdo esos días horribles cuando ese bando nos daba plomo arrodillado, y nosotros orándoles a los dioses del Olimpo, sufríamos en silencio el viaje sin regreso. Muy duro, fue esa época Dr. Gatillen, ¿qué iríamos a hacer? Ah, qué tal que el Gran Laureano Gómez no hubiese estado al frente de tan gran lucha viendo las calamidades contra el pueblo conservador, de cuenta de esos pecadores impíos de ese bando que no se debe nombrar en Colombia. Y mire Dr. Gatillen, iluminado por los Dioses del Olimpo, el ilustrísimo, excelentísimo Monseñor Miguel Ángel Builes, que en medio de tanto dolor y mancillado el conservatismo, su corazón lleno de amargura se puso al frente cual estandarte sacro, pecho al frente a defender al Conservatismo, armándolo de valor desde el púlpito, arengando que darle plomo a ese bando no era pecado, y además y con armas, para defender la honra, la dignidad, y el criterio magno del Conservatismo. Fue un consejero grande para el gran Laureano, cuando le dijo que una gran medida para contener a esos pecadores, era conservatizar la Policía y el Ejército en ayuda a la Patria. Recuerdo cuando iluminado por los dioses, le dijo al Gran Laureano que tenía unos denarios, de bazares y venta de empanadas, para comprar unos revólveres Smith & Wesson 38, 6 pulgadas, que serían traídos de USA, con gran honor por el General Rafael Sánchez Amaya, para castigar a esos “cachiporros” y defender a la Patria. Recuerdo que Monseñor Willis le mandó una carta a Monseñor en México, con recomendaciones y agua bendita para dos vírgenes que fueran hechas grandes y gordas, para guardar ahí 6.500 revólveres en una y 6.500 en la otra, y que fuera rociadas con el agua bendita para que no les pasara nada en el viaje, recuerdo que cuando llegaron, hubo repartición y una gran manifestación, bellísimo y apoteósico, tiraban los sombreros al aire y se oían detonaciones aquí y allá y los sombreros no caían. Me parece ver a Monseñor Builes con un balde lleno de agua, y lo bendijo y con un hisopo de cabuya, no habiendo más nos rociaba con aquella agua bendita.
— Que manifestación hermosa y que belleza Sr. Ramírez.
—Sí Dr Gatillen, hermoso momento. Al cura Artiaga se le regalaron dos revólveres con cartucheras de lujo. Hay hasta una anécdota con el cura Artiaga, en una homilía elevando la hostia en alto se le subió la sotana y se le vieron las cartucheras, el monaguillo le metió carrera y le dijo: “Reverendo, baje la Hostia por favor que se le ven aquellos dignos regalos”. Pero mire usted Dr. Gatillen, —si señor Ramírez—, el sufrimiento tan grande, le cuento en Calarcá se reunieron unos pecadores de ese bando pidiéndole a Teófilo Rojas, alias “Chispas”; ¿lo conoció Dr. Gatillen?.
— Sí, claro Sr. Ramírez, un chusmero renegado que hizo sufrir al conservatismo.
—Sí Dr. Gatillen y vera, esos personajes diciéndole ven, ven, ven, no tardes tanto, mijito ven, porque eso fue en diciembre y con melindres y engatusado lo trajeron. Y fíjese DR Gatillen, el sufrimiento allá en la cordillera cuando nos levantaba a punta de plomo, y nosotros corriendo al monte en calzoncillos y balas zumbándonos el fundillo.
—Qué horror Sr. Ramírez.
—Sí Dr. Gatillen que horror…
— ¿Por qué está haciendo pucheros y llorando Sr. Ramírez?
—Dr. Gatillen, usted disculpe pero me viene a la memoria, la dirigencia Conservadora, La Casa Conservadora y sus oficinas en Montenegro…
—Si dígame Sr. Ramírez
—Usted si ha visto que saliendo de Montenegro a Pueblo Tapao, subiendo la falda, como a medio Alto.
-Sí claro Sr. Ramírez, pero ahí está es el Cementerio
— Sí precisamente ahí está la casa, las oficinas y todo el Directorio Conservador, no me hallo, que sufrimiento incólume Dr. Gatillen. Me estoy excediendo en este desahogo Dr. Gatillen,
—No tranquilo Sr. Ramírez que tu historia me emociona.
—Gracias Dr. Gatillen. Le cuento que yo hice una regresión al pasado
—Cómo así Sr. Ramírez.
— Sí Dr. Gatillen, esa regresión fue antes de la vida de hoy, confirmé que fui jefe de seguridad y consejero privado del gran Laureano Gómez. Y te cuento, lo veía triste a veces, y le preguntaba porque esta tristeza, me decía que oteaba el horizonte del día de mañana, y que percibía que su vida sería vilipendiada, solo por el amor al glorioso partido Conservador y a la Patria. Yo le aconsejaba que tuviera Paz en su corazón, que lo que se estaba haciendo tenía protección de la Iglesia, y la bendición de la Ilustrísima y excelsísima de Monseñor Miguel Ángel Builes. Dr. Colt Gatillen me siento tranquilo, estoy volviendo a la realidad de hoy, tu ayuda fue grande, ya estoy en la clara idea que este tapa bocas es necesario a una pandemia y que no es el “embosalamiento” de esos pecadores impíos de ese bando que no se debe nombrar en Colombia, para que no fueran conocidos de su fechorías contra la dignidad humilde y sencilla del glorioso Partido Conservador. Si Dr. Gatillen disculpe, le pregunto con el merecido respeto que es odioso a mi corazón el sectarismo, ¿tú has notado algo de eso en mí?
— No, no, no, para nada Sr. Ramírez, que pulcritud digna y sacra con que has hablado.
—Ya encuentro la realidad de hoy, estoy ya preparado para estar en protección de mi vida contra este virus hoy que aporrea el mundo. Los dioses del Olimpo le agradecen la ayuda que me has dado Dr. Gatillen, mil gracias.
—Para servirle Sr. Ramírez.