Fallas en la docencia

3 marzo 2018 2:50 am
Compartir:

La educación, como en cualquier edificación, se empieza a construir por sus cimientos. La instrucción primaria, en todos los países de América y especialmente Colombia, adolece de gravísimos problemas. El principal, es el déficit de profesorado. De cada 100 maestros, 25 carecen de títulos docentes en el sector rural. Existe la equivocación de que todo se reduce a alfabetizar. Y comúnmente se piensa que alfabetizar consiste en enseñar a leer y escribir y, a lo sumo, algunos elementos de aritmética, y de idioma patrio. Tal concepto se encuentra hoy revaluado y ya nadie piensa que este tipo de alfabetización sea suficiente como base genérica común de cultura. Por ello se prefiere emplear el término de educación fundamental o educación de base.

“Se entiende por educación fundamental, anota la Unesco, aquel mínimo de formación y de conocimientos de que todo ser humano debe disponer para vivir de acuerdo con los dictados de la razón y la moral en función de sus fines temporales y para valerse por sí mismo y ser útil a sus semejantes; los instrumentos de la lectura y de la escritura; enseñar el manejo de los números; informar sobre las normas de la moral y la doctrina cristiana; instruir sobre la geografía del país y lo más destacados episodios de la historia de la nación, así como el sentido de sus instituciones y la nobleza de sus destinos: formar la conciencia de la dignidad de la persona humana, aumentar el sentido de la responsabilidad y de los deberes para con Dios, la familia, la sociedad y la patria; crear hábitos individuales y colectivos de higiene; desarrollar la organización racional del trabajo; destacar la importancia de la justicia y la cooperación social en orden al bienestar colectivo; aleccionar sobre la más adecuada utilización de los recursos naturales en orden a la actividad productiva”.

En nuestro medio sorprende la pobreza docente y la falta de aulas adecuadas. La gran masa de niños en edad escolar primaria proviene de núcleos populares diseminados a través de aldeas y también de barriadas y caseríos y tugurios suburbanos. Es decir, que la población infantil se halla inmersa en el corazón de grupos subdesarrollados y marginados.

En las zonas campesinas de la mayoría de los países hispanoamericanos, las estancias, chozas y casas suelen hallarse a considerables distancias de la escuela, Los escolares, humildes, acusan una tremenda desnutrición y son víctimas de las epidemias más debilitantes. Acuden a su clase famélicos y miserablemente vestidos. La desnutrición produce abulia que disminuye o hace desaparecer toda capacidad receptiva y asimilativa. Un niño desnutrido se siente enfermo, frustrado y no puede pensar con la misma lógica del grupo. La pobreza de los progenitores hace utilizar a los niños en trabajos adicionales, retirándolos de la escuela. Por eso de cada 100 matriculados, solo llegan a quinto, diez.

Pero aún solucionando la deserción escolar, la primaria no suministra los instrumentos prácticos que permitan al pequeño enfrentarse a la lucha por la vida. La escuela no capacita en ningún campo de las técnicas usuales. La enseñanza media solo puede ser continuada por los integrantes de la clase media y alta.

 

El Quindiano le recomienda